Sentencia del TOF 3 dictada en el caso del atentado contra la AMIA el 29 de octubre de 2004 (131)

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  • TÍTULO I. LA CAUSA POR EL ATENTADO
    • CAPÍTULO VII. El estacionamiento
        • B) La prueba
          • 4) La presencia de los investigadores


Sin perjuicio de lo expuesto con relación a la información aportada por los propietarios de “Jet Parking”, en la audiencia de debate declararon diversos testigos acerca de otras vías por las que los investigadores habrían llegado a esa playa de estacionamiento.


Así, Jorge Daniel Torres, auxiliar de inteligencia de la Policía Federal Argentina, que en 1994 se desempeñaba en el Departamento Protección del Orden Constitucional, manifestó que entre las tareas que se le asignaron estuvo la de relevar estacionamientos y que, a raíz de ello, hallaron el lugar donde, supuestamente, estuvo aparcada la camioneta del atentado, tratándose de una playa muy grande, en Paraguay y Azcuénaga.


Al respecto, relató que días después del ataque, sin poder precisar la fecha, concurrió al lugar con el auxiliar De la Torre –desconociendo si se trataba de su nombre real o ficticio- quien se acercó a la casilla de atención al público y, al salir, le informó a él y a su dependencia que allí había estado el vehículo, motivando que trasladaran a un hombre joven a efectos de que prestase declaración.


Por último, recordó que previamente había concurrido a tres playas subterráneas y que, al determinarse el lugar, cesó la búsqueda.


Por su parte, Jorge Luis Lucas, entonces director de Contrainteligencia de la S.I.D.E., explicó que el día del atentado se dispuso relevar, entre otros objetivos, las playas de estacionamiento de la zona, tomando un radio de 10 ó 12 cuadras del lugar de la explosión y que, como consecuencia de ese “barrido”, se llegó a “Jet Parking”, donde había estado la camioneta.


Creyó recordar que al día siguiente el dueño de ese lugar hizo una denuncia en la Embajada de Israel, diciendo que habían visto algo sospechoso con relación a una Trafic y unos personajes raros; si bien no lo pudo precisar, manifestó que, según creía, primero había sido el relevamiento, aunque ambas cosas habían sucedido casi contemporáneamente.


Asimismo, aclaró que el número de dominio asentado en el ticket de “Jet Parking” no era el real, por lo que el de la Trafic de “Messin” recién se obtuvo a partir del hallazgo del motor.


A su turno, Horacio Antonio Stiuso, jefe de Operaciones de Contrainteligencia del mismo organismo, manifestó que a mediados de la semana del atentado se conocía, en virtud de las piezas y restos hallados, que se había empleado una camioneta Trafic, por lo que dispuso que un grupo se avocara a relevar estacionamientos y garajes en un radio de diez o más cuadras, tarea que demandó unos diez días; labor en virtud de la cual supo el 21 de julio –antes de hallarse el motor- lo ocurrido en “Jet Parking”.


Aclaró luego que, en realidad, la llegada a “Jet Parking” obedeció a que uno de los dueños del estacionamiento, fue a avisar a la embajada israelí lo sucedido, toda vez que el personal de la S.I.D.E. aún no había pasado por allí, puesto que estaban relevando otros estacionamientos.


El testigo señaló que a resultas de la información que contenía la tarjeta de la playa, se verificó si un tal Carlos Martínez se alojó en el “Hotel de las Américas”, con resultado negativo; también se averiguó la pertenencia del número de documento asentado, que como Documento Nacional de Identidad correspondía a una mujer y como cédula, a un varón, pero cuyo nombre no era el antes mencionado, sino Tomás Lorenz, surgiendo de un prontuario, como referencia, un tal Carlos Martínez, que resultó ser suboficial de la Policía Federal. A juicio del testigo, los nombrados no tuvieron ninguna relación con el atentado, tratándose de un hecho armado para desviar, por alguien que evidentemente conocía a ambos y tenía acceso al prontuario de dicha institución.


Asimismo, Stiuso precisó que el 22 de julio personal a su cargo se constituyó en “Jet Parking” para entrevistar a los empleados y obtener datos acerca de las circunstancias que rodearon el estacionamiento de la Trafic, informándose que el conductor tenía un acento medio provinciano, que al ingreso se detuvo el motor del utilitario y que, en ese momento, apareció otra persona entre los autos que lo arrancó y estacionó en un lugar mirando hacia Azcuénaga, a la altura de “Medicus”.


También agregó que, con esa información, solicitó al Registro de la Propiedad Automotor el rastreo en todo el país de las Trafic cuyos dominios finalizaran con los seis dígitos que surgían de la tarjeta, acotando que por ser el primer número un cuatro, eran muy pocas provincias con padrones superiores a 400.000. Aclaró que esa tarea, llevada a cabo entre el viernes y la mañana del sábado, determinó que no existía ninguna Trafic con esos últimos seis números de dominio.


También refirió que su personal “barrió” la zona a efectos de determinar si alguien vio la camioneta estacionada durante su estadía en “Jet Parking”, es decir, entre el 15 de julio a las 18.00 y la mañana del atentado, resultando que una persona la vio el sábado 16 y dos el domingo, pero no permaneció en el lugar hasta la mañana del 18, sino que salió antes, desconociendo su destino. Por último, apuntó que no se determinó si ese rodado tenía puerta lateral.


A su vez, Néstor Ricardo Hernández, jefe de investigaciones del Departamento de Operaciones de la Dirección de Contrainteligencia de la S.I.D.E., relató que se hizo un relevamiento de las playas de estacionamiento, creyendo que a “Jet Parking” llegaron al tercer o cuarto día y que luego Stiuso mandó a dos personas; sin embargo, no pudo precisar si a esa playa se llegó por el relevamiento o porque Stiuso lo ordenó directamente.


Roberto Jorge Saller, agente de la División de Investigaciones de la Dirección de Contrainteligencia de la S.I.D.E., refirió que a partir del 19 de julio y durante aproximadamente tres días, recabaron información sobre los vehículos aparcados en las playas cercanas al lugar del hecho, puntualizando que la tarea consistía en solicitar a los encargados que preparasen la información de los automotores que estuvieron estacionados, que luego sería retirada por personal de la S.I.D.E., ya que en muchos casos faltaba la autorización de los propietarios de los garajes para brindarla.


En ese marco, creyó recordar que al día siguiente del atentado tomó contacto con el encargado de “Jet Parking”, donde, por comentarios de otros agentes, se sabía que había estado una camioneta. Explicó que fue al lugar para conversar con el encargado y determinar dónde estuvo estacionada, qué datos suministró el conductor, por cuánto tiempo permaneció, cómo era el método para el ingreso y egreso y si contrató estadía diaria o mensual; datos todos ellos que se le proporcionaron, agregándole que el conductor tenía un acento provinciano.


Saller añadió que, según creía al día siguiente de su primer visita, es decir, el 20, regresó al lugar, pero no obtuvo datos adicionales.


Por último, Luis Domingo Delizia, de la Dirección de Contrainteligencia, refirió que a los cuatro o cinco días del atentado realizaron una búsqueda de lugares de estacionamiento para determinar si había habido alguna Trafic.


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