Nota: Se respeta la ortografía original de la época
III.


Vivió haciendo sombreros en la Habana,
Donde, aún simple mortal, era muy vano,
Y en Santander apareció un verano
Con leviton y botas de campana.

Le vió después la gente cortesana
Á grandes y pequeños dar la mano;
Y rico al fin, por arte de Bonano,
Fué marqués de la noche á la mañana.

Hoy..... ¡miradle! Su rostro rubicundo
Por nada se conmueve ni se altera;
Vil y pequeño le parece el mundo;

Sólo un libro, el de caja, considera;
Y guarda de su pecho en lo profundo
La voz oculta que le grita: ¡hortera!


Madrid, 1865