Semblanzas: 299
SEIJAS LOZANO, DON MANUEL.
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Han dado en llamarle melares a causa de la cadencia harmónica con que habla, y de la suave inflexión con que pronuncia las palabras, abreviando unas silabas y prolongando otras, con arreglo a cierta clave que sin duda es la del do que es la mas monótona que puede: y nunca se vale de fusas ni semi fusas; así es que sus discursos son interminables. El que metido en el fondo de una tribuna oiga a S. S. sin mirarlo, podrá creer sin violencia que el orador esta leyendo.
Es un notable jurisconsulto, y ante un tribunal de justicia es sin duda un orador de mérito. Su análisis, su prolijidad, no solo son convenientes para depurar y alegar los hechos, sino hasta para hacer demostrables los indicios y los pensamientos: el alcance de su voz es mas proporcionado para aquel recinto, y su tono cadencioso tiene algo de suplicatorio, que es cosa muy conveniente ante los jueces.
Como en todo propende a ser difuso, también lo es S. S. legislando, si puede llamarse legislar el legislar por decretos: así es que cada vez que toma la dirección de un ministerio, se lleva elaborando leyes meses enteros, sin tener muchas veces presente que la multitud de leyes suele dar lugar a que no se cumpla ninguna, y mucho mas del genero de aquellas que contienen caprichosas exigencias, cuyo cumplimiento es mas perjudicial que el que la ley no existiera: «sicut anea vitiis, nunc legibus laboramus».
Es presumido, se bambolea un poquito andando, se riza el cabello, y los días en que se viste de pontifical con el uniforme de ministro, estaría envidiable, a no ser porque es muy grande su casaca y descomunal el sombrero.