GARCÍA HIDALGO, DON FRANCISCO.

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Por Lucena, provincia de Córdoba.


Se parece á Tirtéo, no porque sea griego ni poeta, sino porque es cojo. No toma caLtas en las discusiones por faRta de costumbre; pero es tan buen mímico que por sus actitudes puede conocerse quién habla y hasta el punto de que se trata.

Si apoya su señoría la barba en el puño del bastón haciendo cortitas oscilaciones de cabeza, tiene la palabra un progresista; si lo lleva á los labios, habla la oposición conservadora; si mira á la izquierda, apoyando el brazo en la baranda que hay delante de su asiento, está perorando un ministro; si cuando se encuentra en esa actitud se sonríe, significa que no entiende lo que están diciendo; si se pone serio y se incorpora, predica el ministro de Hacienda; si en este caso habla por lo bajo, seguramente se trata de presupuestos; pero si agrega movimiento de manos, gira la cuestión sobre aduanas y contrabandos, en lo cual tiene su señoría tanta pericia como el que más, et sic de caeteris.

Ha sido intendente de rentas de varias provincias, y hoy en el tribunal mayor de Cuentas ocupa una silla de contador mayor. Así será más fácil y expedito analizar las muchas que hay allí de su señoría y salvar cualquier reparo que pudiera ocurrir en ellas.

Quiere aliviar á los pueblos de su provincia de la contribución de consumos, y quizá lo conseguirá tomando el negocio por su cuenta.