CORTINA, DON MANUEL. editar

Por Sevilla.


Tiene una cabeza de examen para un frenólogo: y si Gall la hubiera visto, estamos seguros de que la habría adoptado por tipo para sus observaciones. Nosotros le hemos mirado con interés á cierta distancia, y no podemos hacer un completo análisis por no haber alcanzado á distinguir todos sus órganos más desarrollados: lo que á primera vista se nota es que resaltan en S. S. las cuatro virtudes cardinales; que de las teologales no tiene el menor síntoma, y que uno de los pecados mortales le apunta un poco, sin que haya podido descifrarse bien si es el primero ó el sexto.

Como orador parlamentario es de estilo muy grave; sus discursos son generalmente analíticos y prolijos; pero en su estructura observa una sana lógica, y todas las buenas reglas con que puede lograrse el convencimiento. La voz es clara y enérgica, el tono uniforme y su acción la más adecuada para el conjunto.

Su probidad y abnegación son incuestionables: ha renunciado la cesantía de ministro, y no tiene más cruces ni condecoraciones que las que recibió como miliciano nacional. Dicen que en esto cifra su orgullo, y si es así, no puede haberlo mas lícito, ni de mejor género.

Los moderados lo miman mucho, porque confían en que sus virtudes cardinales puedan servirles algún día de válvula de seguridad....; allá veremos.

A pesar del abatimiento en que el partido progresista se encuentra, ha podido el señor Cortina formar un ministerio; pero su firmeza de principios no le ha permitido aceptar el poder por trámites desconocidos á un hombre puramente parlamentario.

Magnifico busto, aspecto noble y simpático; su trato tan dulce como fino; pero tiene más perspicacia y reserva que un general de la compañía de Jesús. Salve, maestro.