Sancho Saldaña: 49

Sancho Saldaña
de José de Espronceda
Conclusión

Conclusión

-¿Qué se hizo el rey don Juan?
¿Los infantes de Aragón
qué se hicieron?
¿Qué fue de tanto galán,
qué fue de tanta invención
como trujeron?
Las justas y los torneos,
paramentos, bordaduras
y cimeras,
fueron sino devaneos,
¿qué fueron, sino verduras
de las eras?
JORGE MANRIQUE


Hasta aquí la crónica de que hemos extractado esta historia, que, si bien la creemos agradable, no la juzgamos exenta de defectos, y, sobre todo, no nos satisface la manera que el cronista tiene de resolver ciertas dudas. También hemos notado algunos olvidos, y quizá haya algunas contradicciones; pero como nuestro deber era compilar y no corregir, nos hemos conformado en un todo con el original.

Con todo, como si se concluyese aquí la historia quedaría tal vez disgustado el lector por no saber qué se hicieron algunos personajes de ella, nosotros, a fuerza de escrutinios e investigaciones, hemos hallado algunas que vamos a comunicarle.

Zoraida, que parece ser no murió de la puñalada que le clavó su desconocido amante, cuando pudo volvió al castillo, donde, como hemos visto, se valió para su venganza del conocimiento que de sus secretos tenía. Saldaña hizo donación de todas sus riquezas a un monasterio y acabó sus días en la Trapa, vestido de estameña y llorando sus pasadas culpas. Hernando de Iscar logró fugarse a Aragón acompañado de su fiel Nuño, donde fue bien recibido y tratado del rey con la consideración que su carácter se merecía; y en cuando a don Sancho, rey de Castilla, es harto conocida su historia para que tengamos que dar cuenta de sus sucesos. Restan sólo Usdróbal y el Velludo; pero lo único que de aquél sabemos es que sus hazañas llegaron a alcanzarle la honra, andando el tiempo, de que el mismo Sancho el Bravo le concediese la orden de caballería, puesto que se dice que no recobró jamás desde la muerte de Leonor su natural alegría. Y el segundo es fama que murió muy viejo, sin haber abandonado su mala vida.

De allí a algunos años, habiendo hecho algunas excavaciones en el castillo, hallaron un esqueleto de mujer, que algunos creen que fuese el de la vengativa Zoraida, aunque la verdad es que no se volvió a saber de ella. Tal vez se reuniría con su padre y se iría con él a Aragón. Quién sabe. Y de todas aquellas grandezas, de aquellas hermosuras tan alabadas, de aquellos tan bizarros y entendidos caballeros, no queda ya sino el polvo, que ha carcomido hasta los pergaminos en que presumió eternizar sus glorias la vanidad. Sus castillos son en el día de hoy ruinas, y quizá dentro de algunos años preguntará el caminante dónde estuvieron y los aldeanos, mirándose unos a otros, reirán de su pregunta sin entenderla.