Salmo XVI
de Francisco de Quevedo



Ven ya, miedo de fuertes y de sabios:
irá la Alma indignada con gemido
debajo de las sombras, y el olvido
beberán por demás mis secos labios.


Por tal manera Curios, Decios, Fabios
fueron; por tal ha de ir cuanto ha nacido.
Si quieres ser a alguno bien venido,
trae con mi vida fin a mis agravios.


Esta lágrima ardiente, con que miro
el negro cerco que rodea a mis ojos,
naturaleza es, no sentimiento.


Con el aire primero este suspiro
empecé, y hoy le acaban mis enojos,
porque me deba todo al monumento.


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