Romance del Cid Ruy Díaz

Romance del Cid Ruy Díaz
de Anónimo
 
        Cabalga Diego Laínez		
	al buen rey besar la mano; 		
	consigo se los llevaba 		
	los trescientos hijosdalgo, 		
	entre ellos iba Rodrigo, 		
	el soberbio castellano. 		
	Todos cabalgan a mula, 		
	sólo Rodrigo a caballo; 		
	todos visten oro y seda, 		
	Rodrigo va bien armado; 	 	
	todos espadas ceñidas, 		
	Rodrigo estoque dorado; 		
	todos con sendas varicas, 		
	Rodrigo lanza en la mano; 		
	todos guantes olorosos, 		
	Rodrigo guante mallado; 		
	todos sombreros muy ricos, 		
	Rodrigo casco afilado, 		
	y encima del casco lleva 		
	un bonete colorado. 	 	
	Andando por su camino, 		
	unos con otros hablando, 		
	allegados son a Burgos, 		
	con el rey se han encontrado. 		
	Los que vienen con el rey 	 	
	entre sí van razonando; 		
	unos lo dicen de quedo, 		
	otros lo van preguntando: 		
	-aquí viene, entre esta gente, 		
	quien mató al conde Lozano. 	 	
	Como lo oyera Rodrigo 		
	en hito los ha mirado, 		
	con alta y soberbia voz 		
	de esta manera ha hablado: 		
	-Si hay alguno entre vosotros 	 
	su pariente o adeudado 		
	que se pese de su muerte, 		
	salga luego a demandallo, 		
	yo se lo defenderé, 		
	quiera pie, quiera caballo. 		
	Todos responden a una: 		
	-Demándelo su pecado. 		
	Todos se apearon juntos 		
	para al rey besar la mano, 		
	Rodrigo se quedó solo, 	
	encima de su caballo; 		
	entonces habló su padre, 		
	bien oiréis lo que ha hablado: 		
	-Apeaos vos, mi hijo, 		
	besaréis al rey la mano 		
	porque él es vuestro señor, 		
	vos, hijo, sois su vasallo. 		
	Desque Rodrigo esto oyó, 		
	sintiose más agraviado; 		
	las palabras que responde 	 
	son de hombre muy enojado: 		
	-Si otro me lo dijera 		
	ya me lo hubiera pagado, 		
	mas por mandarlo vos, padre, 		
	yo lo haré de buen grado. 	 	
	Ya se apeaba Rodrigo 		
	para al rey besar la mano; 		
	al hincar de la rodilla 		
	el estoque se ha arrancado; 		
	espantose de esto el rey 	 	
	y dijo como turbado: 		
	-Quítate Rodrigo, allá, 		
	quítateme allá, diablo, 		
	que tienes el gesto de hombre 		
	y los hechos de león bravo. 	 
	Como Rodrigo esto oyó 		
	aprisa pide el caballo; 		
	con una voz alterada 		
	contra el rey así ha hablado: 		
	-Por besar mano de rey 	 	
	no me tengo por honrado, 		
	porque la besó mi padre 		
	me tengo por afrentado. 		
	En diciendo estas palabras 		
	salido se ha del palacio, 	 	
	consigo se los tornaba 		
	los trescientos hijosdalgo. 		
	Si bien vinieron vestidos, 		
	volvieron mejor armados, 		
	y si vinieron en mulas, 	 	
	todos vuelven en caballos.