-Quéjome de vos, el rey,
por haber crédito dado
del buen duque, mi marido,
lo que le fue levantado.
Mandástemelo prender
no siendo en nada culpado;
mal lo hicisteis, señor,
mal fuisteis aconsejado,
que nunca os hizo aleve
para ser tan maltratado,
antes os sirvió, ¡mezquina!,
poniendo por vos su estado;
siempre vino a vuestras cortes
por cumplir vuestro mandado;
no lo hiciera, señor,
si en algo os hubiera errado,
que gente y armas tenía
para darse a buen recaudo;
mas vino como inocente
que estaba de aquel pecado.
Vos, no mirando justicia,
habéismelo degollado.
No lloro tanto su muerte,
como verlo deshonrado
con un pregón que decía
lo por él nunca pensado.
Murió por culpas ajenas,
injustamente juzgado;
él ganó por ello gloria,
yo para siempre cuidado.
Agora vivo en prisiones
en que vos me habéis echado,
con una hija que tengo,
que otro bien no me ha quedado;
que tres hijos que tenía
habéismelos apartado:
el uno es muerto en Castilla,
el otro, desheredado,
el otro tiene su ama,
no espero verle criado,
por el cual pueden decir
inocente desdichado.
Y pido de vos enmienda,
rey, señor, primo y hermano,
a la justicia de Dios
de hecho tan mal mirado,
por verme a mí con venganza
y a él sin culpa, culpado.