Romance de la infanta parida

​Romance de la infanta parida​ de Autor anónimo
        Parida estaba la infanta, 		
	la infanta parida estaba; 		
	para cumplir con el rey 		
	decía que estaba mala. 		
	Envió a llamar al conde 	 	
	que viniese a la su sala; 		
	el conde siendo llamado 		
	no tardó la su llegada. 		
	-¿Qué me queredes, mi vida? 		
	¿Qué me queredes, mi alma? 	 
	-Que toméis esta criatura 		
	y la deis a criar a un ama. 		
	Ya la tomaba el buen conde 		
	en los cantos de su capa, 		
	mas de la sala saliendo 	 
	con el buen rey encontrara. 		
	-¿Qué lleváis, el buen conde, 		
	en cantos de vuestra capa? 		
	-Unas almendras, señor, 		
	que son para una preñada. 	 
	-Dédesme de ellas, el conde, 		
	para mi hija la infanta. 		
	-Perdónedes vos, el rey, 		
	porque las traigo contadas. 		
	Ellos en aquesto estando, 	 
	la criatura lloraba. 		
	-Traidor me sois vos, el conde, 		
	traidor me sois en mi casa. 		
	-Yo no soy traidor, el rey, 		
	ni en mi linaje se halla: 	 
	hermanos y primos tengo 		
	los mejores de Granada. 		
	Revolvió el manto al brazo 		
	y arrancó de la su espada, 		
	el conde, por la criatura, 	 	
	retiróse por la sala. 		
	El rey decía: -¡Prendedlo!; 		
	mas nadie prenderlo osaba. 		
	La infanta, que luego oyera 		
	rencilla tan grande e brava, 	 	
	a una de las damas suyas 		
	lo que era preguntaba. 		
	-Es que el rey, señora, al conde 		
	de traidor lo difamaba 		
	porque en la su falda un niño 	 	
	del palacio lo sacaba, 		
	creyendo que a vos, señora, 		
	el conde vos deshonrara. 		
	Sale la infanta de prisa 		
	adonde su padre estaba, 	 	
	y la espada de la mano 		
	de presto se la quitara, 		
	diciendo: -Oídme, señor, 		
	una cosa que os contara. 		
	El rey, que la quería bien, 	 	
	que dijese le mandaba. 		
	-Mía es la criatura 		
	que el conde, señor, llevaba, 		
	y el conde es mi marido, 		
	yo por tal lo publicaba. 	 
	El rey, que aquello oyera, 		
	triste y espantado estaba: 		
	por un cabo quería vengarse, 		
	y por otro non osaba; 		
	al fin al mejor consejo 		
	como cuerdo se allegaba: 		
	con voz alta y amorosa 		
	dijo que les perdonaba. 		
	Mándales tomar las manos 		
	a un cardenal que allí estaba, 	 
	y hacer bodas suntuosas 		
	de que todo el mundo holgaba, 		
	y así el pesar pasado 		
	con gran gozo se tornaba.