Romance de la fuga de Gaiferos

​Romance de la fuga de Gaiferos​ de Autor anónimo
Media noche era por filo, 
los gallos querían cantar, 
cuando el infante Gaiferos 
salió de captividad; 
muerto deja al carcelero  
y a cuantos con él están; 
vase por una calle ayuso  
como hombre mundanal,
hablando en algarabía,  
como aquel que bien la sabe.
Íbase para la puerta, 
la puerta de la ciudad; 
halla las puertas cerradas,  
no halla por do botar. 
Desque se vido perdido  
empezara de llamar: 
Ábrasme la puerta, el moro,  
sí Alá te guarde de mal. 
Mensajero soy del rey,  
cartas llevo de mensaje. 
Allá hablara el moro,  
bien oiréis lo que dirá:
—Si eres mensajero, amigo,  
y cartas llevas de mensaje, 
esperases tú al día  
y con los otros saldrás. 
Desque esto oyera Gaiferos  
bien oiréis lo que dirá: 
Ábrasme la puerta, el moro,  
sí Alá te guarde de mal. 
Darte he tres pesantes de oro, 
que aquí no traía más. 
Oído lo había una morica,  
que en altas torres está, 
dícele de esta manera,  
empezóle de hablar:
—Toma los pesantes, moro, 
que menester te serán, 
la mujer tienes moza,  
hijos chicos de criar. 
Desque esto oyó el moro  
recio se fue a levantar, 
las puertas que están cerradas  
abríolas de par en par. 
Acordósele a Gaiferos  
de una espada que trae,
la cabeza de los hombros  
derribado se la ha. 
Muerto cae el morisco,  
en el suelo muerto cae. 
Desque esto vio la morisca  
empieza de gritos dar, 
ellos los daba tan grandes  
que al cielo quieren llegar:
—¡Abrasmonte, Abrasmonte,  
el señor de este lugar! 
Cuando  acuerdan por Gaiferos,  
ya estaba en la cristiandad