Rima LXXXVI
Yo me acogí, como perdido nauta,
a una mujer, para pedirle amor,
y fue su amor cansancio a mis sentidos,
hielo a mi corazón.
Y quedé, de mi vida en la carrera,
que un mundo de esperanza ayer pobló,
como queda un viandante en el desierto:
¡A solas con Dios!