Revista del Jardín Zoológico de Buenos Ayres/Tomo I/Vida familiar de los Pampas

VIDA FAMILIAR DE LOS PAMPAS.


Apuntes étnicos.

Por ENRIQUE KERMES.


A cualquier observador que, por vez primera, examine un grupo de estos Indios, que estudie sus caras serenas, macizas y poco expresivas, se le ocurrirá, si sólo se guía por las apariencias, que son brutos, é incapaces de experimentar sentimientos de ternura y de alegre sociabilidad.

Nada más falso, sin embargo.

La vida familiar de los Pampas, como he tenido oportunidad de observarlo, es culta y alegre, siendo estrechas las vinculaciones de familia. Muchas veces emprenden largos viajes para visitar á sus parientes.

Los chicuelos no sólo gozan del amor materno, sinó que tambien son mimados por toda la familia; el padre les fabrica juguetes y juega con ellos.

No mencionemos los regalos de caballos, ovejas y vacas: á un huerfanito que se criaba en casa de un pariente, un tio suyo le regaló ocho vacas.

La limpieza les preocupa, no sólo para el rancho, sinó tambien para el cuerpo. Para arreglarse los cabellos se sirven todavía de un pedacito de madera que, cortado por muchas incisiones longitudinales, imita un pincel.

Los Pampas son buenos nadadores, y en Verano se bañan con frecuencia. Habiendo aguas tranquilas cerca del rancho ó toldo, se puede observar que los chicos de ambos sexos pasan en ellas gran parte del día, como entretenimiento.

La mujer no es tratada como esclava, sinó como compañera que el varon estima, y cuya opinion escucha y sigue muchas veces, cuando se trata de resoluciones de importancia; se ocupa solamente de los quehaceres de la casa, en tejer, y en preparar cueros para quillangos, y lonjas.

La cocina pampeana podría ofrecer un menú de lo más variado, en cuanto se refiere á la caza, porque el Indio come, de Mamíferos y Aves, todo animal que caiga en sus manos, exceptuando el Zorro, por tener gusto amargo, y las Gallaretas, cuya carne es tan dura, que resiste á los dientes mejor predispuestos por el hambre.

No he observado que los Pampas actuales se hayan ocupado de pescar. Pero, en sitios que ellos habitaron en otra tiempo, se encuentran abundantes restos de pescados y de conchas, junto con cáscaras de huevos de toda clase de Aves, desde los de Avestruz, hasta los de las pequeñas. En los mismos sitios he hallado una plancha de piedra arenisca, de la misma clase que existe en las orillas del Río Negro, hasta en el pueblo del Cármen de Patagones, que había servido para moler granos, ú otras cosas (sin duda maíz, en épocas recientes)—(Morteros).

La Naturaleza no ha sido, con sus comarcas, pródiga en frutas. Existen, sin embargo, las del Piquillín (Condalia sp.), las de las Tunas (Cactáceas-gr. Opuntiæ) y si se quiere, tambien las del Chañar (Gourliæa decorticans), aunque estas últimas son poco aptas para ser comidas, en atencion á su extremada astringencia, &.

En un pueblo que, como los Pampas, se mantiene de la caza, no hay que buscar horas fijas para sus comidas; pero ántes, como ahora, para la principal, eran las primeras de la noche, cuando los hombres habían traído al rancho sus presas.

Entre los platos cuya excelencia me alababan, no solamente figuraba el asado con cuero, sinó tambien uno especial, que obtenían del modo siguiente: en una excavacion bastante grande para que pudiera entrar en ella la res que se quería asar, se hacía un fuerte fuego, en el que se calentaba cierta cantidad de piedras; cuando juzgaban que el calor era suficiente, sacaban del hoyo fuego y piedras y colocaban en él la res con el vientre lleno de hojas de cierta planta (probablemente aromática) y de las piedras enrojecidas al fuego, tapando despues todo el animal con brasas, piedras y ceniza.

Cuando carnean hoy una res, tienen cuidado de no desperdiciar nada. Al carnear, usan de un procedimiento cuyo fin consiste en llenar los pulmones de sangre, para obtener así cierto plato especial. Naturalmente, la Sociedad Protectora no daría su beneplácito para la fabricacion de estas morcillas particulares, al ultimar sus protegidos.

Para condimentar sus manjares usan ciertas plantas silvestres, entre otras el tomillo.

Cuando pueden, cultivan gran cantidad de zapallos (Cucurbita) que comen asados; pero preparan tambien orejones con ellos, para conservarlos, como así mismo fabrican charqui con la carne.

Son muy aficionados á las sandías, y, en general, á todo lo que es dulce.

En vez de arroz, en las comidas, usan el trigo blanco, despues de quitarle la membrana exterior, y es coincidencia extraña que, en la antigüedad, los griegos y romanos comieran cebada, que preparaban de idéntica manera, mientras que hoy, á lo ménos en Italia, se come polenta hecha de maíz, originario de América, en tanto que los indígenas Americanos se apoderaron del grano venido del Viejo Continente.

Tanto cuanto he podido observar, son los Pampas propensos á enfermedades del hígado, y creo que ésto se debe á la falta de comidas y bebidas aciduladas, como que no fabrican bebida alguna vinosa, ni usan vinagre, á lo que debe agregarse el abuso de los alcoholes, que nuestra civilizacion les proporciona por venta ó intercambio.

Para atender á los enfermos se sirven de curanderos, en los que tienen gran fé, y éstos, que seguramente conocen plantas medicinales, rodean tambien sus curaciones de procedimientos misteriosos, acompañados de letanías monótonas por la familia del enfermo.

Cierto joven, hijo de uno de mis vecinos, y que padecía del hígado, fue tratado por uno de aquellos personajes, el cual dijo que, para conocer la enfermedad de que padecía el jóven, necesitaba un cachorro de perro; despues de mucho buscar, encontraron un cachorrito, nacido pocos días antes, y el curandero declaró que no era probable que el animalito soportara el que le cargasen con la enfermedad, por ser todavía muy jóven. Sin embargo, se decidió á experimentar, porque no era posible encontrar otro mayor. El enfermo tuvo que dormir algunas noches con el cachorrito, quedando en su compañía el curandero durante todo ese tiempo, para operar el traspaso de la enfermedad al perrito. Ignoro (y no quiero sospecharlo) de que manipulaciones se habrá valido el doctor; pero, según me lo refirió el vecino, el perrito se murió, y cuando lo abrieron, le encontraron roto el corazon y completamente deshecho el hígado. El enfermo murió despues, debido, según el curandero, á que el cachorrito no había podido cargar con todo el peso de la enfermedad, la que, por lo tanto, había regresado al jóven. Velaron al muerto como cristianos, acompañándose de lamentaciones fúnebres propias de los Pampas, insoportables para oídos civilizados. No lo enterraron en el cementerio, sino clandestinamente fuera de él, quizá en alguna loma, á la usanza de sus antepasados.

Pocos días despues, encontré en el campo dos caballos degollados: eran los del difuntos—y sacrificados para servirle en la otra vida, asi como los perros que le habían pertenecido. Los otros animales de su propiedad fueron vendidos, porque los parientes nunca se sirven de ellos.

Entre los Pampas, las tareas de los hombres eran solamente, antes, la caza, la construccion del toldo y trabajos similares, como tener en buen estado sus armas y pertrechos de caza; pero ahora se ocupan de cuidar los animales y de trabajos en cuero, como la fabricacion de riendas, lazos, bozales, cinchas y otros por el estilo, que ejecutan con extrema habilidad.

Los cueros que se destinan para tales trabajos, se preparan del modo siguiente: En un terreno bien liso y seco, se extiende el cuero (de preferencia cuando aún está fresco, y si es posible de animal gordo, porque así es más fácil sobarlo), con el pelo para arriba, clavándolo en el suelo por medio de estacas, de tal modo que, cuando se seque y estire, quede completamente liso. En todos aquellos que no se reservan para quillangos ó pieles, se quita el pelo así que se secan, lo cual consiguen echando ceniza entre el pelo y rascando despues con un pedazo de madera, y así, por la friccion, y ayudando la ceniza, lo eliminan con gran facilidad.

Los cueros vacunos se cortan despues para coyundas, cabestros, bozales, cinchas, riendas, lazos, etc. A fin de apropiar estos objetos al uso á que se les destina, se procede á «sobarlos» ó «darles soba» lo que afloja y suelta las fibras del cuero, que asi queda tan blando como la gamuza, la que se obtiene por un procedimiento análogo.

El trabajo de sobar se efectúa de diferentes maneras, y los objetos son diversos tambien.

Fajas ó tiras largas de cuero, que deben quedar medio secas, se estiran entre dos árboles ó palos, despues de engrasarlas bien con sebo. En seguida se procede á trabajarlas con un madero cilíndrico de 1½ pulgada de espesor y abierto por una incision media longitudinal que ocupa algo más de la mitad. En esta abertura se introduce la faja que se quiere sobar, dándole despues una vuelta alrededor del palo; se tira luego éste con ambas manos á lo largo de la faja, la que, á la vez que se estira fuertemente, sufre una friccion al correr ó rozar con los ángulos de la ranura del madero, asi es que, poco á poco, se sueltan las fibras del cuero, hasta que al fin éste se presenta como un tejido blanquecino, por algo semejante al paño. En tal estado, le entra fácilmente la grasa, la cual mantiene blando el objeto, é impide que se endurezca otra vez cuando entre en contacto con el agua.

Lazos trenzados ó torcidos. (Los torcidos se hacen con 2 ó 3 fajas bien paralelas de cuero, que se tuercen como soga). Se estiran y engrasan como antes se indicó, envolviéndolos en seguida alrededor de un palo redondo que se hace correr á lo largo, lo que estira considerablemente los cueros, teniendo á la vez cuidado de renovar constantemente la tension.

Piezas pequeñas de cuero grueso se soban á fuerza de golpes de un mazo de madera, y despues de doblarlas con la superficie superior para adentro.

Los cueros delgados se soban por medio de fricciones entre las manos y con un movimiento semejante al de las lavanderas al lavar la ropa. Asi se preparan tambien las pieles para quillangos.

Los lazos se fabricaban antes con el cuello del Huanaco. Para tal fin se sacaba entera aquella parte a el cuero, y se cortaba despues en espiral (ó hélice) sacando de ese modo una tira entera y en extremo larga, la que servía para trenzar, con 4 ú 8 fajas iguales, el lazo más grande y resistente.

6° Fuera de los objetos destinados al uso diario, hechos á la rústica, pero durables y prácticos, saben los Pampas hacer otros, artísticamente adornados, como bozales, riendas, etc. En parte, estas piezas consisten en trenzados complicadísimos; en parte, y aplicándolos á riendas, estriberas, y otras, se emplean sobretrenzados en fajas de lonja en que alternan botones adornados de la misma manera (pasamanería en lonja), ó costuras de adornos, en los que, en vez de hilo, se usan tiras finísimas cortadas de la lonja. La que se emplea para tales trabajos se hace de cuero de yegua, sirviendo solamente la porcion de los costados y del vientre. Para ello se prefieren los animales blancos, por ser de más vista; se obtienen como ya se ha dicho en la preparacion de los cueros, siendo estas lonjas muy parecidas al pergamino. Para los trenzados y costuras se cortan, con cuchillo, tiras (ó tientos) finísimas, admirablemente paralelas.

Donde quiera que se encuentren, en el Valle del Río Negro, vestigios de antiguas habitaciones de los Indios, llama la atencion la gran cantidad que hay allí de pedacitos redondeados de Piedra pomez, y que han servido para la preparacion de las pieles, es decir, para quitarles las fibras y venas supérfluas del lado inferior. Como la Piedra pomez no se encuentra en aquellos parajes, se puede presumir que haya existido una especie de comercio para la provision de este artículo, si no se quiere admitir que tribus enteras hayan hecho viajes larguísimos para obtenerlo, hasta la Cordillera de los Andes, donde existe.