Revista de España: Boletín 25

Revista de España: Tomo VII#Número 25
Boletín bibliográfico

Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


BOLETIN BIBLIOGRÁFICO. editar

LIBROS ESPAÑOLES. editar


Diccionario Universal de Bibliografía Española, por D. Dionisio Hidalgo. — Tomo II. — Madrid, imprenta de las Escuelas Pias, 1868.

Después del gran trabajo á que dió feliz cima D. Nicolás Antonio, la obra de la Bibliografía española ha presentado un vacío cuya profundidad es ya el resultado de dos siglos de abandono. En gran parte lo han empezado á llenar los libros premiados en los certámenes públicos de la Biblioteca Nacional; pero éstos, así como algunos otros que varios eruditos del siglo XVIII escribieron, no son más que monografías. Muy apreciables casi todos, satisfacen los deseos y las necesidades de los hombres estudiosos respecto de algunos ramos del saber; pero al desarrollo y hasta el decoro de la literatura nacional convendría algo de carácter más completo y general.

El Sr. Hidalgo había dedicado toda su vida á esta clase de estudios. Desde 1840 á 1851 publicó once tomos del Boletín bibliográfico, en Madrid. Dió á la prensa en París, de Enero á Setiembre de 1853, otro periódico titulado El Comercio, periódico mensual de la libreria universal española. Fundó después, otra vez en Madrid, y en compañía con el conocido librero D. Cárlos Bailly-Bailliére, el Bibliógrafo, que duró desde Enero de 1857 á Diciembre de 1859; y desde 1860 hasta su muerte volvió á redactar y repartir mensualmente un Boletín bibliográfico Bspañol.

Cuando iban ya publicados de éste, en sus tres épocas, diez y ocho volúmenes, con los materiales en ellos reunidos, y con los demás que á fuerza de perseverancia había preparado, emprendió la formación del Diccionario general de Bibliografía, en que se propuso dar noticia de las obras publicadas en el presente siglo, y, en forma de suplemento, de las selectas é importantes del XVII y del XVIII; añadiendo, como complemento de la obra, dos tomos preliminares que abracen lo correspondiente á los siglos XV y XVI, el primero de los cuales había de contener la Tipografía española del P. Méndez, corregida y aumentada.

Falleció el Sr. Hidalgo después de concluido el primer tomo; y los que deseaban ver concluida la tarea que habia empezado, temieron que quedase suspendida para siempre; pero habiendo dejado completo el trabajo. sus herederos han continuado la tirada. Si llega á la conclusión, el Diccionario, monumento de la laboriosidad tenaz de un hombre entregado á sus solos recursos en medio de la indiferencia del público, acaso no será un repertorio bibliográfico como lo tienen algunas literaturas extranjeras; pero prestará un servicio importante mientras se hace otra cosa mejor, cuyo camino además prepara.


Historia de Galicia, por Manuel Murguía. — Tomo II.— Lugo: Soto Freiré, editor. — 1868. — (582 páginas en 4.°)

Cuando, há cerca de un año, dimos cuenta de la aparición del primer tomo de esta Historia, tan lisonjeramente acogido del público, indicamos que una obra de tanto mérito é importancia debería ser, á su conclusión, objeto de un especial, amplio y profundo estudio crítico, sobre todo si el medio y el fin correspondían á su principio, como fundadamente esperábamos. El segundo volumen, que tenemos delante, lejos de obligarnos á abandonar nuestra anterior opinión, nos confirma en ella, acreditando más y más las buenas partes de historiador que posee el señor Murguía, ora consideremos la facilidad y galanura de su estilo, ora atendamos á la sabia contextura del plan, á la rica y selecta erudición antigua y moderna, de que hace oportuno alarde, á los nuevos datos y puntos de vista que ofrece, y á la habilidad con que utiliza los trabajos de los geólogos, filólogos y arqueólogos extranjeros contemporáneos, y los resultados de sus propias exploraciones y descubrimientos, pasados por el crisol de una discreta y elevada crítica. No es su obra una árida é indigesta compilación, sino, por el contrario, un organismo vivo, grande y bello, producto á la vez de la ciencia, de la imaginación y del entusiasmo, dichosamente combinados. Juzgarlo, pues, cual merece, sólo será posible cuando ha ya llegado á su término y remate.

Comprende este tomo los libros II y III, y en ellos el cuadro de la civilización galaica desde el establecimiento de los Semitas hasta el fin del período romano, en cuanto hoy es dado rastrearla á la vaga luz que arrojan los monumentos literarios y arqueológicos pertenecientes ó relativos á aquellas remotas edades. Las colonias semitas, la civilización que aportaron á Galicia, sus explotaciones metalúrgicas en aquel país, con cuyo motivo trata el autor y procura fijar la situación de las Casatérides ó islas del estaño, los monumentos semitas, y particularmente la Torre de Hércules, las colonias griegas y cartaginesas, las guerras púnicas, las luchas de los Lusitanos con Roma hasta el Gobierno de Galba, las guerras viriáticas, las expediciones de Decio Junio Bruto el Galáico y de Julio César, la parte que los Gallegos tomaron en las contiendas civiles entre César y Pompejo, y en la guerra cantábrica, su defensa y heróico sacrificio en el monte Medulio, y su definitiva sumisión al Imperio romano constituyen la materia del libro II. Versa el III sobre la geografía de la Galicia romana, dando á conocer las tribus que la poblaban y sus ciudades principales, sin olvidarse de los ríos, promontorios é islas de que dejaron noticia los escritores antiguos, sobre las modificaciones hechas por Augusto en aquella comarca, y su estado social y político bajo los Césares, y sobre la introducción del Cristianismo por el Apóstol Santiago, los mártires gallegos, los orígenes de las iglesias de Galicia, la vida y doctrinas del heresiarca Prisciliano, y el movimiento intelectual y religioso á que dio márgen.

Siguen siete interesantes Ilustraciones, concernientes la I á los signos grabados en rocas y algunas piedras dolménicas de Galicia; la II á los Gobernadores, Sacerdotes é hijos notables del país durante el período hispano-latino; la III á las vias romano-galaicas; la IV á las estatuas de guerreros gallegos, existentes en el jardín del palacio de la Ayuda en Portugal; la V á discutir la cuestión de si Theodosio el Grande fué natural de Galicia; la VI á los Concilios celebrados y disposiciones dictadas con ocasión del priscilianismo; y finalmente, la VII á las lápidas é inscripciones de la época romana, de las cuales presenta la colección más completa y minuciosa.

Acompañan al presente tomo dos hojas de cantos populares puestos en música, y varios grabados aparte del texto, entre los que son particularmente notables los que representan monumentos celtas é instrumentos de igual procedencia, y los que se refieren á las Ilustraciones I y IV. Los restantes corresponden á la materia de los tomos posteriores. La impresión iguala, si no aventaja en esmero y limpieza, á la del primer volúmen.