Revista de España: Boletín 20
El cerebro de la Revolución, por Ramón Giralti-Pauli. — Carta al Sr. D. Nicolás Salmezon.
El folleto publicado por el Sr. Giralti-Pauli es digno de leerse y de que se mediten algunos de los pensamientos que contiene, por la buena fe y amor á la verdad que les ha inspirado. No es obra literaria ni científica, ni tiene otras pretensiones que las de una carta familiar, en la que su autor presenta, con la brevedad consiguiente á la índole del escrito, varios pensamientos sobre la enseñanza, algunos de los cuales estamos tentados á decir, que ó los hemos aprendido, antes de ahora, del Sr. Giralti-Pauli, ó son tan claros que han coincidido con nuestro modo de ver en esta cuestión. ¿Cómo no estar de acuerdo con el estudio real y objetivo por el que quiere encauzar dicho señor la enseñanza? Tan verdad es esto, y tan necesario es su pronto arreglo, que creemos ser ésta una de las principales causas de nuestro atraso. La Física, Química ó Historia Natural no pueden conocerse sin la práctica continua de laboratorio, sin el estudio objetivo de la Naturaleza, y el Gobierno debe atender, tan pronto como se lo permitan más apremiantes deberes, á satisfacer esta necesidad, creando al lado de la clase teórica la clase práctica, á la cual sea indispensable la asistencia, dotando los laboratorios y gabinetes, alentando los esfuerzos individuales para la creación de Sociedades científicas, promoviendo viajes, etc., etc. Lo que decimos de estas ciencias puede aplicarse á todas las tecnológicas, y muy especialmente á la Agricultura, tan importante en nuestro país; pero en esta se lucha con el grave inconveniente de ser la esteva recompensa demasiado modesta á la idea que generalmente se tiene del estudio; á mi ver no queda otro remedio que promover la enseñanza y la afición á la Agricultura en las escuelas de instrucción primaria, dándola más importancia que ha tenido hasta aquí, alentando á los municipios para que se esfuercen en rodear las escuelas de jardines, donde á la vez que los niños ejerciten sus fuerzas físicas en la gimnasia propia de su edad, se acostumbren á respetar las plantas y á cobrar amor á la Naturaleza y á la vida del campo.
La división de la segunda enseñanza en dos períodos nos parece una idea muy aceptable, porque de este modo podría establecerse el primero de estos períodos con cortísimos dispendios en las poblaciones pequeñas, contribuyendo así á difundir la instrucción, único fundamento de una sólida y verdadera libertad. Disentimos, sin embargo, en la extensión y materias que cada uno ha de comprender, así como también en algunas apreciaciones sobre el congreso de profesores y sobre el remedio de hacer imposible la recomendación, á la que llamó el Sr. Giralti-Pauli, lepra de la Administración española; pero como dicho señor no hace más que apuntar sus ideas, no es extraño que encontremos vacios que, de seguro llenaría el Sr. Giralti-Pauli, si haciendo un bien á su país desarrollara los pensamientos que apunta en su carta.
La asignatura á que se refiere y que pudiéramos llamar Mathesiología, ó sea clasificación de las ciencias con el estudio de las actitudes de cada individuo para las diversas carreras, nos parece interesantísimo; pero no creemos que deba constituir una nueva asignatura, y sí comprenderla en el segundo curso de Filosofía; pues en la ciencia de las ciencias es donde debe estudiarse esta clasificación.
Otro de los pensamientos dignos de estudio es que el profesorado de los Institutos, no solamente sea instructor, sino educador y moralizador; porque, dice perfectamente el Sr. Giralti-Pauli, para vivir en el seno de la libertad son necesarias la moralidad y la virtud. Propone para evitar los estragos de la sensualidad y la pereza ocupar agradablemente á los alumnos en la gimnasia, música, canto y otras diversiones que, sin distraerlos del estudio, fortaleciesen su cuerpo y su alma. La creación de grandes gimnasios en los institutos ha sido una de las ideas que hemos acariciado por más tiempo, y no comprendemos cómo se pretenda querer hacer vivir la vida de la inteligencia á un jóven débil y enteco por el abandono y el vicio.
Las pocas palabras que dedica el autor del folleto á la mujer, dándola por guía la verdad y el deber, y proponiendo la creación de carreras adecuadas á su sexo, nos parecen oportunísimas, y desearíamos que, como en otros países, se desarrollara en el nuestro este pensamiento.
Concluye el Sr. Giralti-Pauli su larga carta y brevísimo libro con dos ideas verdaderamente poéticas, la elevación de un palacio á la Naturaleza y la civilización de África. La primera tiene por objeto reunir todas las producciones de la tierra, inmensa colección de todos los seres minerales, plantas y animales que, unidos á los más acabados instrumentos científicos de Física, Astronomía, Mecánica, etc., etc., formarán el grandioso conjunto de todas las conquistas de la inteligencia humana. Respecto á la civilización de África, terminaremos trascribiendo el llamamiento que hace el autor á los Españoles. ¡El África duerme el sueño de la muerte en el seno de una Naturaleza rica y esplendente! ¿No queréis despertarla?