Revista de España: Boletín 10

Revista de España
Tomo III, Número 10: Boletín bibliográfico
Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.
BOLETÍN BIBLIOGRÁFICO.


Sebastian de Horozco. Noticias y obras inéditas de este autor dramático desconocido, por D. José María Asensio y Toledo. - Sevilla. Imprenta de Geofrin, 1868.

Así como hay en Madrid una Sociedad de Bibliófilos, de que ya hemos hablado en la REVISTA, en Sevilla se ha fundado también otra asociación por el mismo orden, que se llama Sociedad de Bibliófilos andaluces. Generalmente al menos tal es nuestra opinión, la bella literatura no debe esperar aumento notable de riqueza de estas asociaciones. La fortuna, desde la invención de la imprenta, no suele ser á la larga injusta con los libros: así es que los que con el tiempo llegan á ser raros y desconocidos, es porque no son muy buenos por lo común. Con todo, en nuestra España falla y puede fallar esta regla más que en otros países, á causa de la gran decadencia y hundimiento que hubo á fines del siglo XVII, y del posterior renacimiento en el siglo XVIII; renacimiento en que entraron tantos elementos venidos de tierras extrañas, que perjudicaron mucho á lo propio y castizo, haciendo que se olvidase ó desdeñase.

Por otra parte, aunque los bibliófilos rara vez, ni en España, desentierren y saquen del olvido obras de un gran valor literario, pueden y suelen dar á luz libros que, considerados como documentos históricos, tienen mucho mérito y son de grande importancia y utilidad.

Por todas estas razones, y precaviéndose contra la alucinación de los bibliófilos que á menudo, por buen gusto que tengan, confunden la rareza de un libro con su bondad, es muy de aplaudir que, tanto en Madrid como en Sevilla, se hayan fundado las mencionadas sociedades. Los libros que han publicado son todos curiosos é interesantes. En este número entra el que nos sirve de epígrafe con su título, y que contiene algunas obrillas inéditas de Sebastian de Horozco, célebre jurisconsulto de Toledo, autor de varias relaciones históricas, de un libro de cuentos y de una ó dos colecciones de refranes.

El Sr. Asensio nos da ahora dos poesías líricas y tres composiciones dramáticas de dicho autor. Dos de estas composiciones son sobre asuntos sacados de los Evangelios, y la tercera es un entremés, menos que medianamente gracioso, donde figura un fraile que va pidiendo para su convento, y que come buñuelos, y se emborracha con otros pícaros, los cuales le mantean porque no quiere pagar el gasto.

No cabe duda en que el trabajo que se ha tomado el Sr. Asensio en dar á luz estas obrillas, es muy útil y conducente para ilustrarlos orígenes de nuestro gran teatro. Horozco, y otros como él, con sus farsas rudas y faltas de artificio, echaron la semilla que había de producir más tarde un Lope, un Tirso, un Calderón y un Moreto.

Psicología por D. Juan Manuel Ortí y Lara, Catedrático del Instituto del Noviciado de esta corte. Tercera edición. Madrid, 1867. (Un tomo de VIII - 242 páginas en 4.º)

El Racionalismo y la Humildad, el Ensayo sobre el Catolicismo en sus relaciones con la alteza y dignidad del hombre, las Lecciones sobre la Filosofía de Krause, La Sofística democrática, y otros varios libros y opúsculos, debidos á su fecunda pluma, han dado al Sr. Ortí y Lara bastante fama entre las personas que en España se dedican á estudios religiosos y filosóficos. Los hombres de El Pensamiento Español y de La Constancia ven en él un digno sucesor de Balmes y Donoso Cortés. Seríalo tal vez si, haciendo la conveniente distinción entre los dogmas de fe y las opiniones de escuela, acertara á desprenderse del nimio respeto que ciertos doctores le inspiran, y procurase volar con sus propias alas. Pertenece al número de aquellos para quienes son expresiones equivalentes las de Filosofía escolástica y Filosofía cristiana. Los Santos Padres que, ó bien reprobaron toda Filosofía no derivada inmediatamente de la Biblia, ó bien filosofaron eclécticamente, no eran, por lo visto, filósofos cristianos, ni sabían el método que debe emplearse en la exposición y defensa de la verdad revelada. A esta cuenta, tampoco han debido de serlo Bossuet y Fenelon, Gerdil y de Maistre, Feijoo, y Hervas y Panduro, y otros mil que de las sendas peripatéticas se desviaron. Así es que, fervoroso católico, el Sr. Ortí y Lara se desvive por volver á encarrilarnos en las vías del escolasticismo, únicas que, en su sentir, van derechamente al Reino de los Cíelos. No se crea, por eso, que sus obras están sembradas de citas de los antiguos escolásticos españoles. En esta parte parece dar la razón á los liberales que tanto ponderan el marasmo filosófico de la España inquisitorial y absolutista, cuando, ni aun para restaurar el peripato, ha encontrado en ella materiales á propósito. Sus guias únicos son los modernos italianos Liberatore y Sanseverino, y sobre todo La Civiltà Cattolica. En estas fuentes ha bebido, según ingenuamente declara, toda la doctrina de su Psicología, si bien procurando acomodarla á las condiciones del vigente Plan de estudios de segunda enseñanza.

Dando á la Psicología mayor latitud de la que han solido darle los sectarios de la escuela de Edimburgo, hasta ahora omnipotentes en nuestros Institutos, no la circunscribe al simple estudio de las facultades ó potencias del alma (Dinamilogía), sino que comprende en ella también el de las ideas, por medio de las cuales tiene lugar el conocimiento (Ideología), y el de la naturaleza del alma y de sus relaciones con el cuerpo (Antropología). Salvo el opinar que este último tratado estaría mejor á la cabeza de los otros dos, puesto que, así como el conocimiento de las ideas presupone el de las facultades anímicas correspondientes, el de estas exige, cual condición previa, el de la esencia en que radican; por lo demás convenimos con el Sr. Ortí y Lara en que la Psicología debe abarcar esas tres partes, si ha de ser completa y elevarse sobre la limitada esfera del empirismo escocés. Menos plausible nos parece la aplicación que, siguiendo á Sanseverino, hace de las denominaciones de Dinamilogía y Antropología. Dinamilogía, según su valor etimológico, significa tratado acerca de las fuerzas, sin particular determinación á la de Dios, ni á las del mundo físico, ni á las del espíritu humano ni á las de los ángeles, ni á las de los animales. Tiene, pues, una significación mucho más general que la que le atribuye el Sr. Ortí y Lara. No es, por tanto, término exacto en la acepción en que él lo emplea. Lo propio decimos de Antropología. Esta palabra, no sólo atendiendo á su origen, sino también por razón del uso, significa tratado del hombre, del hombre íntegro, del hombre físico lo mismo que del espiritual; por donde se ve que, lejos de ser la Antropología una parte de la Psicología, sucede todo lo contrario, la Psicología es una parte de la Antropología. Cambiar esta relación, contrariando las ideas recibidas, como lo hace el Sr. Ortí y Lara, sólo puede servir para aumentar la algarabía y confusión, ya no pequeñas, que reinan en el campo de las ciencias filosóficas, con tanta diversidad de sistemas y nomenclaturas. ¿Cómo llegar á entendernos si cada cual toma en diverso sentido las expresiones?

Hemos indicado que nuestro autor acata como autoridad suprema en materias filosóficas á La Civiltá Cattolica. Véase ahora un ejemplo de su humilde adhesión á los dictámenes de la célebre Revista romana, aun en las cosas de menos momento. Sanseverino, y su discípulo y colaborador Prisco, bautizaron con el nombre de Psicologismo racional la doctrina por ellos profesada acerca del origen de las ideas; pero vino La Civiltá censurando esa denominación y prefiriendo la de sistema escolástico, y hé aquí que, sin otra razón ni fundamento, el Sr. Ortí y Lara prefiere y adopta esta última. Con perdón de La Civiltá y del docto profesor español, nosotros creemos mucho más aceptable la primera de dichas denonimaciones, puesto que responde adecuadamente á los caracteres intrínsecos del objeto designado, mientras que la segunda solo expresa, inexactamente por cierto, las relaciones históricas del mismo. Inexactamente, decimos, porque en orden al punto mencionado no hay UNO, sino VARIOS sistemas escolásticos. No recordaremos, en prueba de ello, las controversias que sostuvieron en la Edad Media, y aun en tiempos posteriores sobre el origen y naturaleza de las ideas, los nominalistas, conceptualistas y realistas, los tomistas, escotistas y otras sectas escolásticas; bastará hacer notar que uno de los sistemas ideológicos impugnados por el P. Zeferino González, escolástico acérrimo, es el de la representacion sensible, seguido y defendido á su vez por los PP. Cuevas y Liberatore, cuyo escolaticismo nadie pondrá en duda, y menos el Sr. Ortí y Lara que por escolásticos los alaba con tan sincero entusiasmo. Escolástico inflexible es también el mismo Sr. Ortí y Lara. Pues, sin embargo, en su teoría ideológica falta por completo un elemento, que hace muy principal papel en la de Santo Tomás, el príncipe de los escolásticos; elemento de importancia suma y que pone radicales diferencias, por más que se procure disimularlo, entre los que le admiten y los que le excluyen, el elemento ontológico, derivado de San Agustín, el Doctor Angélico, para quien preexisten innatos en nuestro entendimiento, como impresión de las razones eternas y semejanza de la verdad increada, los conceptos primordiales, prima intelligibilia, semillas de las ciencias, por los cuales juzgamos de todas las cosas. ¿Con qué razón, pues, se denomina escolástico á un sistema dado, cuando tan divididos andan los escolásticos respecto á la materia sobre que versa?

Los defectos que dejamos notados atañen solamente al método y tecnicismo de la obra. No es del caso juzgar las doctrinas en ella contenidas, ni hay para qué, puesto que nada encierran de original y de nuevo. Únicamente advertiremos que están elegidas con sobriedad y buen gusto. El estilo y lenguaje son asimismo dignos de alabanza. El Sr. Ortí y Lara, aunque escolástico, cuida con singular esmero su forma de expresión, que por lo elegante y castiza, y hasta por el número y dulzura de los períodos, nos trae á la memoria frecuentemente los más bellos y galanos pasajes de nuestros insignes místicos, en cuya lectura se conoce que está muy empapado. Su ejemplo demuestra irrecusablemente que la lengua castellana, sabiendo manejarla, tan dócil y flexible se presta á las abstracciones de la más sutil metafísica, como á los briosos arranques de la oratoria y á los encumbrados vuelos de la poesía. ¡Que no tuviera en esta parte muchos imitadores el Sr. Ortí y Lara!

Roma á la vista. — Con este título acaba de publicar en Valencia el presbítero D. Antonio Gil y Santa Cruz, ex-regente-cura de la Real y parroquial Iglesia de aquella ciudad, una obrita, la cual nos parece digna de llamar la atención del público, pues además de insertar en ella la cronología de los acontecimientos más importantes de la historia de Roma, la de sus Emperadores y Pontífices, y las de los pintores, escultores y arquitectos más célebres del mundo, y de dar una noticia de su anterior y actual topografía, describe minuciosa y metódicamente cuantos edificios y monumentos antiguos y modernos encierra esa metrópoli del catolicismo, sin excluir sus principales funciones religiosas y sagradas reliquias que en ella se conservan, sus obeliscos, sus columnas, sus castillos, puentes, termas, acueductos, fuentes, jardines, paseos, museos, galerías, esculturas, y cuantas cosas son dignas de especial mención, colocando en sus respectivos lugares las notas convenientes para la inteligencia del lector.

Son curiosos los datos que suministra para hacer un viaje á aquella ciudad, rápido, cómodo y económico á la vez, puesto que incluye una escala de itinerarios con el coste de los ferro-carriles, vapores, fondas, cafés, nombres de las comidas italianas, tal como debe pronunciarlas el español que ignore dicho idioma; palabras que, tanto en francés como en italiano, puede dirigir á los cocheros ó conductores para que le lleven al punto que se designe; valor de la moneda francesa é italiana comparada con la nuestra, utilidad de su cambio en billetes ó papel moneda, modo de conocer los legítimos y los falsos; pesas y medidas, y en suma, todo cuanto pueda serle necesario á una persona en un país extranjero cuyo idioma ignora.