Revista de España: Boletín 08

Revista de España
Tomo II, Número 8: Boletín bibliográfico
Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.

BOLETÍN BIBLIOGRÁFICO.

Letras y armas, por D. Luis Vidart, capitán de artillería, individuo electo de la Real Academia sevillana de Buenas Letras, Secretario de la Seccion de Ciencias morales y políticas del Ateneo de Madrid. Sevilla, 1867.

No contento el Sr. Vidart con haber patentizado en sus propias obras (El Panteismo germano-francés y la Flosofía española), que no hay ramo del saber á que no se extienda la cultura intelectual de nuestro ejército, ha querido hacer resaltar más y más el amigable consorcio en que la literatura y la milicia viven entre nosotros, componiendo este libro, no ménos interesante para los que rinden culto á Minerva que para los que siguen las banderas de Marte. En él da á conocer las producciones de diversos géneros que han publicado muchos de nuestros generales y oficiales contemporáneos. Detiénese principalmente en las de Ros de Olano, Pezuela, D. Narciso Ametller, Sánchez Osorio, Guillen Buzaran, Corsini, López de Letona, Reina (D. Tomás de), Caunedo, de Gabriel y Ruiz de Apodaca, Salas, Quiroga, Justiniano, Olave, Navarrete, D. Cesáreo Fernandez, Mariátegui, Tournelle, Bellido Montesinos, Llanos y Alcaraz y Villamartin; pero, tanto en la introducción como en la erudita correspondencia con el Sr. Ramírez de Arellano, impresa al fin por via de apéndice, suenan honrosamente los nombres de otros muchos militares españoles que se han distinguido modernamente en el manejo de la pluma. Así es que no distamos gran cosa de opinar como el Sr. Ramirez de Arellano "que redactando concienzudamente una Galería española de escritores militares, podría formarse la historia de nuestra literatura contemporánea." Celebraríamos, pues, que el Sr. Vidart emprendiera semejante obra, tomando por punto de partida la elevación de la dinastía borbónica al trono español, é incluyendo á los portugueses como medio de estrechar los vínculos de fraternidad que deben unir á los dos Estados peninsulares. En esa obra tendrían cabida, entre otros muchos. Rios, D. Jorge Juan, Vargas Ponce, Arriaza, el general Vernés, el Duque de Rivas, Espronceda, Bretón de los Herreros, el general San Miguel, etc., nombres de tan alta representación en nuestra literatura. Asimismo deberían figurar varios que no recuerdan el Sr. Vidart ni el señor Arellano, tales como Febrer de la Torre, Sanchez Basadre, D. Nicolás Valdés, D. Victoriano Ametller, D. Francisco Coello y Quesada, D. Pedro Cea, D. Juan Antonio Suarez, Fernandez Ponce, Caveda, Díaz de Robles, Vicetto, Rato y Hevio, Baamonde y Ortega, Samaniego, etc., etc. Para la composicion de dicha Galería hacen muy apto al Sr. Vidart el claro talento, sólida instrucción, elevado criterio y entusiasmo patriótico de que ha dado dignas muestras, lo mismo en sus anteriores escritos que en este de Letras y armas que ahora recomendamos. Refutacion al discurso del Illmo. Sr. D. Aureliano Fernandez Guerra y Orbe sobre la ilegitimidad del Fuero de Avilés, escrita por D. José Arias de Miranda. Madrid, 1867.

El Sr. Arias de Miranda, premiado en públicos certámenes por las Academias de la Historia y de Ciencias morales y políticas, y conocido además por los numerosos artículos que ha dado á luz en La América, es indudablemente uno de nuestros escritores más eruditos, discretos y afluentes. La presente Memoria, á falta de otras producciones, bastaria para granjearle tan ventajoso concepto, pues no desmerece comparada con la del sabio colector de las obras de Quevedo, á quien impugna. Difícilmente hubiera podido hallar el Fuero de Avilés más hábil y perspicuo abogado. No es del caso terciar en tan importante polémica, ni determinar si al Sr. Fernandez Guerra le extravió el amor á la novedad, como sus adversarios pretenden; ó si, por el contrario, el Sr. Arias de Miranda está ofuscado por el espíritu de provincialismo, como tal vez pensarán los mantenedores de la opinión opuesta. Lo que sí podemos afirmar desde luego es que el autor de la Refutacion que tenemos á la vista discurre clara, metódica é ingeniosamente, ventilando la cuestión en todos sus aspectos, y que sabe expresarse en estilo fácil y diccion casi siempre castiza, correcta y armoniosa. Acaso habrá quien le critique por los frecuentes arcaísmos y locuciones asturianas que usa; nosotros le aplaudimos y celebraríamos que en esta parte tuviese imitadores, tanto más cuanto que ¡cosa rara! ese modo de escribir se concilia en su composición con el desenfado y naturalidad más agradable. No hay otro modo de poner coto al progresivo empobrecimiento de nuestro Diccionario y de nuestra sintáxis.

Catálogo razonado y crítico de los libros, memorias y papeles, impresos y manuscritos, que traia de las provincias de Extremadura, así tocante á su historia, religión y geografía, como á sus antigüedades, nobleza y hombres célebres, compuesto por D. Vicente Barrantes, ex-diputado á Cortes, Caballero de Cristo de Portugal, Oficial primero del Consejo de Estado. Obra premiada por la Biblioteca Nacional en el concurso de 1862, é impresa de Real órden. Madrid, M. Rivadeneyra, 1865. Un tomo de 320 páginas en 4.º mayor.

Si por la cantidad y calidad del fruto han de apreciarse las plantas, pocas instituciones modernas habrá en España más acreedoras á la general estimación y alabanza que la de los concursos de la Biblioteca Nacional. A ellos, no obstante el corto número de años que llevan de vida, debemos ya diversas obras á cual más curiosas, útilísimas todas para el más cabal conocimiento de varios ramos de nuestra ciencia y literatura nacionales. Todas son buenas; algunas excelentes. La del Sr. Barrantes, si tal vez no llega á merecer por completo esta última calificación, es á todas luces digna de la primera, llenando cumplidamente la medida de su título. Diligencia y tino especiales para reunir datos, exposición metódica y estilo en alto grado correcto y fácil, son méritos que nadie podrá negar al Sr. Barrantes, quien demuestra ser muy capaz de escribir perfectamente la historia de Extremadura, para la cual ha recopilado en su libro cuantas noticias bibliográficas pueden apetecerse, así de autores españoles como portugueses, siguiendo respecto de estos el laudable ejemplo de los señores Colmeiro y Barrero y Leirado, premiados tambien por la Biblioteca Nacional.

Echamos de ménos, sin embargo, la noticia de algunos escritos biográficos que hubiera sido oportuno recordar con tanta razon como los relativos á Muñoz Torrero y Gallardo; tales son, entre otros, el Elogio de D. Juan Pablo Forner, por Sotelo, y las Vidas de Melendez, Donoso Cortés y Espronceda, por Quintana, Tejado y Ferrer del Rio. Asimismo extrañamos que al hablar de Las Batuecas no mencione siquiera al Padre Feijóo, en cuyo Teatro crítico universal hay un discurso acerca de aquel famosísimo Valle. Pero estas y otras omisiones por el estilo son gotas de agua comparadas con el inmenso caudal de peregrinas especies acopiado por el Sr. Barrantes, así en el Catálogo como en los interesantes apéndices sobre la Bibliografía de la Orden de Alcántara y de los ferro-carriles extremeños que le acompañan.

Los premios que la Biblioteca Nacional ofrece y el buen éxito de los escritores que hasta el dia los han merecido, nos hacen esperar que en lo futuro, generalizándose más y más la afición á las investigaciones bibliográficas, se presentarán otros muchos á disputar la palma del triunfo en tan honrosos y fecundos certámenes. La materia dista infinito de estar agotada. Sin contar con que todavia no tenemos trabajos bibliográficos especiales acerca de nuestras escritoras (grave falta de cortesía), de nuestros teólogos, de nuestros filósofos, de nuestros matemáticos, de nuestros físicos y químicos, de nuestros épicos, de nuestros novelistas, de nuestros poetas latinos, etc. etc. ¿Cuan bella monografía bio-bibliográfica no pudiera componerse, de los polígrafos españoles, de esa serie de egregios varones que empieza en Séneca y termina en Balmes, pasando por San Isidoro, Averroes, Alfonso el Sabio, Lulio, Vives, Arias Montano, Quevedo, Nieremberg, Caramuel, Feijóo, el abate Andrés, Hervas y Panduro, Campomanes, Jovellanos y tantos otros? ¿Qué gran partido no pudiera sacarse de los personajes poéticos españoles, así históricos como legendarios é ideales, desde Viriato, Pelayo, Roger de Flor, D. Pedro el Cruel, Boabdil, el Gran Capitán y Hernán Cortés hasta Juan Guarin, Abindarraez, D. Quijote, D. Juan Tenorio y Fray Gerundio; desde Florinda, Doña Inés de Castro, Doña María de Molina é Isabel la Católica hasta la Judía de Toledo, los Amantes de Teruel, la Jitanilla de Madrid y Margarita la Tornera, etc. etc. , formando el catálogo de las odas, romances, dramas, leyendas, novelas, poemas, etc., á que cada uno de ellos ha dado argumento repetidas veces dentro y fuera de la península? ¿Cuánto no interesaria á nuestra erudicion y patriotismo una biblioteca de las traducciones é imitaciones que se han hecho de libros españoles en idiomas extranjeros? Y finalmente, ¿no brindan todas nuestras comarcas históricas con asunto copioso para catálogos por el estilo del que debemos á la discreta aplicación del Sr. Barrantes?

Pero á fin de que los sujetos capaces de optar á dichos premios con estos y otros estudios análogos, que tanta gloria pueden reportar á nuestra patria, tengan todos los alicientes posibles, convendría modificar en algunos puntos las reglas establecidas para los concursos de la Biblioteca Nacional. Uno es el siguiente. Cuando el jurado declara que las obras presentadas no son dignas de premio, mas sí de que aquel establecimiento adquiera los manuscritos, se impone á los autores que á esto se avienen, la absurda condición de que no han de darlas á luz por su cuenta. Nosotros creemos que antes bien debiera estimulárseles á que las publicaran. Así harian del dominio comun los frutos de sus laboriosas investigaciones, y sería posible que otros, notando sus faltas, los completasen y perfeccionasen; mientras que, archivados en la Biblioteca Nacional, solo podrán disfrutar de ellos un reducido círculo de personas. Pues qué, ¿acaso el Estado los compra únicamente para que estas los usufructúen, cuando los paga la nación entera, ó para la pública ilustración y general provecho de la república literaria? Y ¿cómo logrará mejor sus miras; permitiendo imprimirlos, ó dejándolos sepultados en la referida Biblioteca, expuestos á perecer ó desaparecer por cualquiera evento? Por otra parte, ¿no es á todas luces duro é injusto el exigir de los autores que en cambio de una cantidad mezquina que no compensa ni con mucho sus gastos y vigilias, renuncien á la fama y crédito que mediante la publicacion de sus obras recabarian? Si llevados de su patriotismo ó de su amor á las letras (porque negocio editorial no puede ser) quieren invertir en esto el importe de aquella retribución, ¿por qué impedírselo? ¿No serán más bien dignos de gratitud y de alabanza por su desprendimiento? Y lo mismo decimos de cualesquiera otros manuscritos de los innumerables que yacen cubiertos de polvo en nuestros archivos y bibliotecas. ¡Ojalá hubiese personas que, dándolos á la estampa, los pusieran al alcance de todo el mundo y á cubierto de todo peligro de sustracción ó ruina! Premios y no obstáculos merecerían esas personas, que el Estado no es ni debe ser un bibliófilo avaro como puede serlo un particular, sino un generoso dispensador de sus tesoros literarios para que todo el mundo los goce, y el saber se difunda, y la patria crezca en gloria y cultura, y la humanidad progrese.


Obras de Don Nicomedes Pastor Díaz, de la Real Academia Española. — Tomo VI. — Controversia parlamentaria. Madrid, 1868.

Contiene este tomo, último de la colección, un interesante folleto, hace años publicado bajo el título A la corte y á los paridos. Corregido, modificado y aumentado el folleto poco antes de la muerte del autor, aparece ahora con el título Condiciones del gobierno constitucional en España, y encierra en sí sus más notables ideas políticas, económicas y administrativas. Este folleto va precedido de un prólogo por D. Juan Valera.

La segunda parte del tomo contiene los más notables discursos pronunciados por el Sr. Pastor Diaz en el Congreso y en el Senado.

Todo este tomo tiene un gran interés de actualidad.

Termina con un epílogo del Sr. D. Patricio de la Escosura.


Director y Editor, José L. Albareda.