Nota: Poema número 33 de Las flores del mal (edición de 1861).

Cuando tú duermas, mi bella tenebrosa,
En el fondo de un mausoleo construido en mármol negro,
Y cuando no tengas por alcoba y morada
Más que una bóveda lluviosa y una fosa vacía;

Cuando la piedra, oprimiendo tu pecho miedosa
Y tus caderas que atemperaba un deleitoso abandono,
Impida a tu corazón latir y querer,
Y a tus pies correr su carrera aventurera,

La tumba, confidente de mi ensueño infinito
(Porque la tumba siempre interpretará al poeta),
Durante esas interminables noches de las que el sueño está proscrito,

Te dirá: "¿De qué te sirve, cortesana imperfecta,
No haber conocido lo que lloran los muertos?"
—Y el gusano roerá tu piel como un remordimiento.