Regalo a una nueva esposa
Esta que aun lleva la encarnada espina, gloria de su vergel, purpúrea rosa, y esta blanca azucena y olorosa bañada de la lluvia matutina. Un pastorcillo a tu beldad divina ofrece, pobre don a nueva esposa; y no mal te dispone, Lesbia hermosa, cuando a adornar tu seno las destina. Del virgíneo carmín la rosa llena retrata tu candor, y en sus albores tu casta fe la cándida azucena; y ese mirto que enlaza las dos flores en felices esposos la cadena con que os ensalza el Dios de los amores.