Reflexiones amantes
Si nadie puede verte sin amarte, dulce bien mío, y nadie puede verte sin que le abrase con rigor de muerte ardentísimas ansias de agradarte; quien logra tan de cerca contemplarte, 5 y tanto como yo sabe quererte, difícil es que a contenerse acierte en los límites sólo de mirarte. Abrásome a tu vista, dueño mío, pretendo triunfos, pero al conocerte repugnante, desisto en mis trofeos; que a mi ciego furioso desvarío refrena más el miedo de ofenderte, que le mueve el tropel de mis deseos.