Reflexiones (F. Castilla Portugal)
Cuando me encuentro en el campo, experimento siempre las más deliciosas sensaciones: dejando errar mi vista entre los árboles y los arbustos; escuchando el canto de los pájaros y el estremecimiento de las hojas; aspirando el aire suave y perfumado, me abandono á un delirio sin fin y sin objeto, tal como lo inspiran las ricas y apacibles escenas de la naturaleza, cuando se identifica uno con ella; cuando mezcla uno su aliento al perfume de las flores y al soplo del viento; cuando se vive con la vida de los árboles, con la de los pájaros, con la del agua que corre entre la yerba; cuando el pecho se dilata; cuando se es dichoso viviendo, olvidando, sintiendo; cuando faltan potencias para percibir todas esas sensaciones.
No hay en la Naturaleza, ni odios, ni combates: hay sol para todas las plantas, plantas para todos los terrenos.
En nuestra sociedad al contrario, parece no existir sinó un poco de sol que todos se arrancan y se disputan, y un poco de tierra, donde todo el mundo quiere poner los piés. La existencia es una conquista, el sueño una usurpación, el alimento una victoria. Parece siempre que hay demasiados hombres para el mundo, ó que Dios, padre imprevisor no ha pensado de antemano en las necesidades de sus hijos.
Esto consiste en que nadie quiere permanecer donde está, ni en la condición que está; en que nadie comprende la armonía; cada uno quiere cantar solo ó más alto que los demás y prefiere causar una discordancia á callarse; á riesgo de cantar en falso y lastimar los oidos, canta con tal que se le escouche á él solo, con detrimento de los demás. Esto consiste en que no se comprende que en la Naturaleza el átomo más pequeño es tanto como un hombre; una arista de paja tanto como un mundo, porque hay armonía en su existencia y sí se quita la arista de paja, habrá tanta discordancia como si se quitase un mundo.
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Cada hombre está bien tal como está, con sus virtudes, sus vicios, sus pasiones, sus cabellos, sus ojos y sus dientes: tiene un papel que representar en el mundo; pero la mayor parte quiere tomar los vicios, las virtudes, las pasiones, los cabellos, los ojos y los dientes de otro. Todo el mundo quiere apoderarse de una sola cosa, cuando cada uno tiene un modo distinto de vivir. Hoy, todo el mundo quiere ser gobierno, y esto no es más ni menos ridículo que sí á todo el mundo, en una población, le ocurriese ser zapatero ......
Esto puede explicar el placer infinito que se encuentra en la soledad, en el seno de la naturaleza, donde todo es órden, calma y armonía, mientras que en la sociedad todo es desórden, guerra y confusión. En el mundo, jamás la noche y jamás la aurora se han sucedido, sin escuchar á la vez, los gemidos de los niños que sufren al nacer, y los sollozos sobre la tumba de los viejos..................................................
México, 1872.