Recuerdos. Colección de sonetos/Al lector
AL LECTOR.
n nuestros dias, poca ó ninguna importancia revisten los libros que, como el presente, encierran nada más que la sencilla expresion de los individuales sentimientos del autor; en tanto que con ávido interes son leidas y estudiadas aquellas obras que traducen las tendencias y aspiraciones de un pueblo ó de una raza, y en donde se ven, como en relieve, las batallas que libra la humanidad por avanzar un paso más en busca del incesante progreso que anhela. Bien lo sé, y á las composiciones que forman este libro, las dejaria perecer en el olvido á que nacen condenadas las de su especie, si el natural cariño que se tiene á todo lo que guarda un recuerdo de horas que no han de volver, no me animara á compilarlas en edición reducidísima y privada, para mí y para las personas de mi intimidad.
Sinceramente he reconocido y confesado siempre, que mis versos no me dan el derecho de figurar entre los poetas mexicanos; que ellos, en manera alguna, pueden conquistar gloria para su autor, y honra para las letras patrias; que no palpita en ellos la inspiración ni están revestidos de galana forma, y, para decirlo en una sola frase, que ántes que cualquier crítico me los señale, sus defectos saltan á mi propia vista. Esto es tan cierto, que cuando los editores de la publicación intitulada El Parnaso Mexicano se atrevieron en 1886 á consagrarme uno de los tomitos de esa obra, les supliqué, primero, que desistieran de tal propósito, y, despues, viendo su insistencia, les pedí que me concedieran que mis versos apareciesen precedidos de una carta autobiográfica, en la que se lee lo que sigue:
"Ante todo, manifiesto que soy el primero en reconocer con toda sinceridad, que no merezco la honra de figurar al lado de los verdaderos poetas mexicanos. He escrito muchos versos; pero abrigo la conciencia de que con ellos no he podido conquistar el nombre de poeta; nombre que merecen muy pocos de los infinitos que escribimos renglones cortos. Los versificadores no debiamos tener cabida en el Parnaso Mexicano, y si la tenemos es, seguramente, para hacer brillar más á los poetas: somos la sombra indispensable en todo cuadro."
No son, pues, alardes de falsa modestia los que hago en esta breve introduccion, para obtener así la benignidad de la crítica; á la que, por otra parte, no debo temer, toda vez que ella se ejercita en obras dignas del magisterio que desempeña, y no en las que carecen de valor y de pretensiones.
Hechas las anteriores advertencias, juzgo necesario explicar por qué he empleado la combinación métrica en que están escritas las páginas que va á recorrer el lector.
Se han ponderado las dificultades que ofrece el soneto, hasta el extremo de que ilustres poetas prescinden de emplearlo, por temor de no salir airosos. Sin dejar de comprender que el soneto es un molde estrecho para contener un pensamiento grandioso, en todo su desarrollo y plenitud, tengo para mí que es más adecuada que otra alguna esta combinacion para los que no intentan expresar sino una sola idea en concisas frases.
El soneto es,—puede decirse así,—un relicario destinado á guardar el busto, en miniatura, de un sér amado; no el lienzo extendido en que se destaca una imágen de tamaño natural. Cuando á un maestro en el arte se debe la miniatura, entonces aquel busto vale tanto ó más que un gran cuadro; y cuando,—como sucede en mis sonetos,—se quiere únicamente conservar una imágen querida, aun cuando sea mediocre la obra de arte, se le guarda, no como rica joya sino como recuerdo dulcísimo para el corazón.
Tengan presentes estas ideas aquellos á cuyas manos llegue mi libro, y no habré nunca de arrepentirme de haberlo formado.
México, Enero 15 de 1888.