Recorriendo las campiñas de Baden
Volar parece nuestro leve coche,
y huir veloces al opuesto lado
montes, árboles, quintas; y el plateado
luminar de la noche
presuroso nos sigue por el cielo:
¡oh! ¡qué placer! mi descubierta frente
azota el aura fresca blandamente
en su contrario vuelo.
¿Dónde vamos? no sé, mas imagino
que a una encantada celestial morada
a donde nos espera cortés hada
va a dar nuestro camino.
En vuestra tan querida compañía,
con vuestra dulce plática sabrosa,
y en noche recorriendo tan hermosa,
clara rival del día,
esta amena región, Edén segundo,
quisiera que este viaje eterno fuera,
y nos llevara tan veloz carrera
al término del mundo.
Esta poesía forma parte del libro Obras poéticas (1872)