Recordación Florida/Tomo II Libro XVI Capítulo III

Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


CAPÍTULO III.


De las culebras venenosas que se hallan en toda la tierra de el valle, y en especial se dice de algunas de ellas, y la circunvalación de esta tierra que es provincia de Goathemala.

Padécese común y generalmente por todos los distritos y ejidos de los valles el grave peligro de diversas culebras venenosas, que casi en sus diversas especies no son conocidas. En lo que escribiré de la costa del Sur en la Segunda parte, haré mayor y más extendida relación de estas bestias venenosas, contentándome por ahora con escribir algo de las que más se señalan; entre las cuales hay unas que llaman Voladoras no teniendo alas: son de color pardo oscuro sin otra pinta, delgadas tanto como el dedo meñique, y largas de la longitud de dos varas á lo más. Estas con maliciosa inclinación trepan á la cima de los árboles ó sobre lo levantado de los paredones de los cajones de los caminos, de donde se desprenden, arrojándose por el aire contra los caminantes á enredárseles por la parte del cuello, y ciñéndolos fuertemente introducen la extremidad de la cola por una de las ventanas de las narices, y á la otra aplican el hocico con dos especiales fines; el uno de apretar el cuello para hacer subir la sangre á la cabeza y beberla, y el otro para sofocar á el hombre. Pero los indios aplican un remedio á este peligro, porque en viéndolas acometer, porque siempre es de rostro, atraviesan un cuchillo desde la barba á el pecho, teniéndole fuerte y firme porque no resbale, el filo afuera, y de esta suerte ciñéndose la culebra contra el filo y apretándose á el, se troza ella misma en dos mitades, y cae dividida á el suelo.

El Coral, que crece á el aumento de su edad, es desde que nace hermosamente manchado á el través de listas blancas, negras y encendidas y vivamente rojas. Esta culebra es de tan activo y mortal veneno que hasta hoy no se ha hallado remedio que como antídoto sea contrario de su veneno, y esta sola culebra entre cuantas hay pica con aguijón, que encubre en el hocico, y las demás generalmente muerden. Los mordidos ó picados de el Coral mueren, vertiendo sangre por todas las puntas de los pelos del cuerpo.

Las Vívoras de cascabel con sobrepiel cabellada, manchadas de hondas negras igualmente compasadas, como obra de la sabia naturaleza, son venenosísimas; pero curable su mordedura. Les dispuso la naturaleza por cola ó extremidad de su cuerpo un cascabel, que éste cuando camina suena y hace ruido, con que próvidamente avisa antes que pueda acometer. Tienen tantos cascabeles unidos unos en pos de otros como años cuenta de edad la culebra. Muertas, las quitan el cascabel, porque dicen tiene virtud contra la fascinación.

El Mazatcuat, que corresponde á Culebra de venado, de mazat, que es venado, y de cuat, culebra, por las razones de motivo que se dirán adelante, es de color pardo oscuro sin otra pinta alguna. A estas llama la gente rústica Culebras bobas, porque ven que no muerden, sin advertir á sus nocivas propiedades, pues estas bestias cuando pequeñas se ceban en los ratones y avecillas pequeñas, huevos y otras cosas de esta proporción y tamaño, esto es, no comiéndolas sino engulléndolas y tragándolas enteras; pesando luego, cuando mayores, á los sapos y pollos, después á animales crecidos, como conejos, y de esta suerte, yendo siempre aumentándose en corpulencia y buque, llegan á tan crecida proporción que engullen y tragan un ciervo. de donde tienen el pronombre de Mazatcuat, y de la misma suerte un marrano y otro cualquiera animal de semejante mole. Y es el caso que su mayor veneno le tienen en el aliento, con que llegando lentamente á proporcionada distancia del venado, alienta hacia él, y con el vaho y respiración venenosa le aturde y priva, y llegándose á él le ciñe fuertemente por el cuerpo, y apretándole le sofoca y ahoga; y luego que muere le va cubriendo y untando de una babaza ó humor acueo a la manera de salivas, con cuya fortaleza y venenosa mordacidad le muele y desbarata los huesos, dejándole á la manera de una masa tratable y blanda, con que puede fácilmente engullirle. Hanse muerto algunas en cuyos vientres se han hallado á medio digerir los ciervos; y yo he encontrado algunas de las menores tragando conejos y sapos: de éstas matan pocas, porque no muerden, y sólo matan con dificultad las que son ya crecidas, como si porque no muerdan no podrán tragarse un hombre. Cuando están engullendo alguna cosa, es más fácil matarlas, porque entonces están como presas.

Con que estando terminado todo lo que toca y pertenece á la tierra de los valles que componen esta provincia de Goathemala, en que se ha cifrado todo lo que se ha podido de las obras naturales con lo tocante á lo material, militar y político en todos los accidentes de nuestra primera fundación, es necesario decir que en su circunvalación se cuentan y gozan más de ciento cuarenta y cinco leguas de utilísima y provechosa tierra, sin que en ella se halle alguna que no sea muy apetecible y prolífica; diciendo en lo demás lo que ha ofrecido la seguridad ingenua y tradición más ajustada á la pureza de la verdad más bien acreditada; bien que por haber faltado la franqueza de los archivos, menos el de mi Cabildo, dejo de escribir en este tomo primero muchas cosas útiles, porque quisiera acreditarlas con autoridad. Pero en la Segunda parte se suplirá lo que aquí faltare, y en especial la noticia de los Presidentes que hasta hoy ha habido en esta Audiencia Real, porque allí más bien le toca su lugar, por haber de ser descripción de los corregimientos que proveen.[1] Lo demás que aquí faltare, en la parte de la Segunda ó Tercera de esta historia se dirá donde mejor y más conveniente fuere.

  1. Véase la Nota A.