Reconciliación después de unos celos y un desmayo
Acordarme no quiero, Orminta amada, del desmayo en que apenas pude verte cuando estaba la imagen de la muerte en tu bello semblante retratada. Olvido la sospecha mal fundada que contra mí forjó la adversa suerte, y el cargo por sí débil, pero fuerte, cuando tierna la hacías, cuando airada. Sólo me acuerdo, sí, de aquel abrazo en que tu gracia vi restituida, y vi alargada a mi esperanza el plazo. No quede cicatriz de tal herida; reine la paz; y en tan estrecho lazo, hallen muerte los celos, y yo vida.