Quién debe, sino yo, acabar el llanto
¿Quién debe, sino yo, acabar el llanto; que de mis esperanzas derribado, me veo en tal miseria y apartado de aquella luz que ausente alabo y canto? Mi alma no soporta pesar tanto, y el nudo que la estrecha desatado, ligera ira con vuelo acelerado, sin descansar siguiendo su ardor santo. Si esta indigna corteza la retarda, y lenta engaña el gozo de su gloria, corta, Amor, corta presto el flaco aliento; que sólo el bien que en mi dolor me guarda, por la vida que pierdo tal victoria dará, que en precio exceda a mi tormento.