Querido manso mío, que venistes

Querido manso mío, que venistes
de Lope de Vega
Soneto 189
   
   Querido manso mío, que venistes 
por sal mil veces junto aquella roca, 
y en mi grosera mano vuestra boca 
y vuestra lengua de clavel pusistes, 
   ¿por qué montañas ásperas subistes 
que tal selvatiquez el alma os toca? 
¿Qué furia os hizo condición tan loca 
que la memoria y la razón perdistes? 
   Paced la anacardina, porque os vuelva 
de ese cruel y interesable sueño, 
y no bebáis del agua del olvido. 
   Aquí está vuestra vega, monte y selva; 
yo soy vuestro pastor, y vos mi dueño; 
vos mi ganado, y yo vuestro perdido.