Quédese de tu templo ya colgados
Quédese de tu templo ya colgados vistiendo sus paredes mis despojos ya basta Amor de engaños y de enojos no quiero más tu guerra y tus cuidados. Dos años te he seguido mal gastados que inútilmente lloran hoy mis ojos; flores pensé coger y halleme abrojos vuelvo atrás de mis pasos mal andados. Tuya es, oh Amor, la culpa (y yo la pena llevo de te servir arrepentido) que halagas blando y te descubres fiero. Mas, ay, romper no puedo la cadena; ¡Oh tirano cruel que al que has rendido guardas toda la vida prisionero!