Pura, bella, suave Estrella mía
Pura, bella, suave Estrella mía, que sin temor de oscuridad profana, vestís de luz serena la mañana, y la tierra encendéis desnuda y fría; pues vos, a quien mi alma triste envía mil suspiros, movéis la soberana vuestra empresa, cual ínclita Diana, contra Venus y Amor con osadía, yo seré como aquel que su belleza con hierro amancilló, y el casto hecho lo mostró con más gloria y hermosura; pero, si luna sois, tendré en la alteza latmia del cazador el triste pecho, y no del que honró Arcadia la figura.