Sus mejores versos
Puntos de vista

de Federico Balart


La sombra por el cielo se extendía,
con resplandor escaso,
sereno y melancólico, en ocaso,
iba muriendo el día;
sobre el vago crepúsculo que huía,
negra su forma recortaba el monte
cuyas cumbres enhiestas
dibujan con sus picos y sus crestas
la línea desigual del horizonte;
y entre la oscura sombra que caía
y el monte que siniestro la esperaba,
como una tumba, misteriosa y fría,
la noche sobre el mundo se cerraba.
Y él entonces me dijo:-¿Por qué triste
siempre tu alma cobarde se acongoja?
¿Por qué al placer tu pecho se resiste
cuando el cierzo despoja
sañudo al árbol de su inútil hoja,
y cuando abril de flor los campos viste?
Y yo le respondí:-Jamás en calma
sonríe a las miserias de este mundo
quien con tedio profundo
la duda y el dolor lleva en el alma.
Y él añadió:-Contempla la belleza,
contempla la alegría
con que el mundo renueva cada día
la madre universal Naturaleza.
Y yo:-Contra la duda no hay una guarida:
el hombre que probó su amargo dejo,
mientras al cuerpo el alma lleva unida
no vuelve a desplegar el entrecejo.
En esa sucesión no interrumpida
que un ser en otro sin cesar convierte,
tú escuchas los alientos de la vida,
yo escucho las congojas de la muerte.
Y él a mí:-La esperanza es luz del mundo;
en todo brilla su esplendor fecundo:
mientras en las regiones del ocaso
con ceño moribundo
sepulta el sol su resplandor escaso
que extinguiéndose va de loma en loma,
tibio, dulce, tranquilo, paso a paso,
nuevo fulgor por el oriente asoma,
sus rayos extendiendo por la duna
como blanco cendal en muelle cuña.
Dijo, y miré:-Rayaba por oriente
claro nimbo esplendente;
y, entre sombras de la noche bruna
subiendo silenciosa al horizonte,
sobre el valle y el monte
su sudario de luz tendió la luna.