Pues la flor do crecía mi esperanza
Pues la flor do crecía mi esperanza quemó duro rigor de ingrato hielo, y a mi ardiente deseo negó el cielo de fortuna mejor más confianza, do el sol con tibio rayo tarde alcanza, y luenga sombra ofende el mustio suelo, daré ausente, olvidado, sin consuelo, a mi injusta osadía igual venganza. Mas no sufre la fuerza que padezco tan corta paga en tanto atrevimiento; que en la ausencia el dolor es menos fiero. Llega ya a estrecho tal, que no merezco alabanza ni culpa en mi tormento; tanto es grande mi mal, que desespero.