Pude partirme con pensar que fuera
Pude partirme con pensar que fuera por ausencia menor la pena mía, y ahora, en verme si el bien que veía, no sé: quien me detiene que no muera; mas sois, señora, vos, que tan entera, en aquel mismo grado que solía, os tiene esta alma como el mismo día que me causaste la impresión primera. Desde allí dais esfuerzo a lo vencido, y pueden sustentarse entre mil males el alma y corazón con sólo veros; yo vivo sin temor, porque he sabido que ya no me harán penas mortales perder tan alto bien como quereros.