Programa Tradicionalista (década de 1930)
La Juventud Tradicionalista perfectamente capacitada de la importancia de los actuales momentos decisivos para el porvenir de la Patria, cree llegada la hora de dar a conocer al pueblo, de una manera clara y sin falsos eufemismos, el programa de la Comunión Tradicionalista, por considerar que su aplicación a la vida del Estado es la única salvación de España.
Es un programa de afirmaciones y no de negaciones e indiferentismos completamente opuestos a la manera peculiar de ser de nuestra tierra: es un programa de amor, del cual son expulsados toda clase de odios; de construcción y no de destrucción; de unión y armonía y no de separación o uniformismo tiránico; de paz y no de guerra. Este es el esbozo de nuestro programa en sus puntos capitales.
En materia religiosa, sostenemos que la Religión Católica, como única verdadera, debe ser oficialmente reconocida, regulando las relaciones de la Iglesia y el Estado, con arreglo a las siguientes normas:
1.° Independencia de los dos Poderes en sus esferas peculiares y completa armonía entre ellos.
2.° Independencia económica de la Iglesia y del Estado, indemnizando previamente a la Iglesia de la usurpación de sus bienes mediante una Indemnización fijada de común acuerdo con la Santa Sede, que puede hacerse en papel de la Deuda del Estado perpetua o amortizable a libre disposición de la Iglesia.
3.° Como consecuencia de este acuerdo, supresión del presupuesto eclesiástico, renunciando al Patronato Eclesiástico en lo referente a la provisión de oficios y beneficios, no interviniendo absolutamente para nada el Estado como para nada interviene la Iglesia en el nombramiento de los funcionarios civiles.
Queremos una España, una, y grande, que respete y reconozca la personalidad y legítimas libertades de aquellas regiones, que se unieron a la Patria grande en virtud de homogeneidad de sentimientos e intereses forjados durante una lucha de ocho siglos de Reconquista.
Somos nacionalistas de España y regionalistas convencidos, tan enemigos de separatismos retrógrados, como de centralismos tiránicos. Por ello, admitimos el Imperio Ibérico, con la Federación de Portugal a España y devolución de Gibraltar... Una España cristiana, libre, rica, poderosa, respetada y temida.
Nuestro Regionalismo implica el reconocimiento, no como concesión del Estado, sino como cosa natural, de la personalidad y libertades legítimas de las regiones en el orden interior de su propia vida política y administrativa mediante una descentralización que empieza por el Municipio...
En el orden político reconocemos:
1.° Que la Sociedad, el pueblo, ha de elegir libremente a sus representantes, designando a los mejores. Por esto rehusamos el sufragio universal individualista, directo e inorgánico, sustituyéndolo por el voto corporativo y proporcional a la calidad del votante, haciendo extensivo a la mujer, cabeza de familia, el voto del sufragio.
2.° Queremos un rey que reine y que gobierne pero que a la vez sea responsable de sus actos ante un parlamento por clases. Hereditario por considerar que la educación e instrucción especial que ha de recibir el sucesor garantizan por anticipado su capacidad y la sucesión por orden de primogenitura y masculinidad con preterición de las hembras.
El Rey es para el pueblo y no el pueblo para el Rey; de aquí que no se reconozca como Rey de España, al que antes no jura que guardará y hará cumplir los fueros y libertades de los distintos pueblos que integran el Reino.
La función legislativa corresponde a las Cortes junto con el Rey, las cuales estarán integradas por mandatarios del pueblo y representantes de las Corporaciones y diversos estamentos sociales, responsables ante sus mandatarios del cumplimiento de sus deberes en la actuación del cargo.
Queremos el poder judicial completamente independiente del ejecutivo, ejercido en última instancia, por el Rey. Ampliación de la competencia de los Juzgados de Paz, supresión de la jurisdicción contenciosa administrativa, sometiendo el Estado a la jurisdicción ordinaria; creación de Tribunales mercantiles, además de los civiles y penales; ascensos por rigurosa antigüedad; disminución de trámites y gastos en el procedimiento, regulando la imposición de costas y penas para el litigante temerario; revisión inmediata de nuestras leyes sustantivas, incluso las penales y recopilación para cada región de su derecho peculiar.
En el orden administrativo, rehusamos la división territorial por provincias, admitiendo las de Municipio, Comarca y Región. Cada uno de estos organismos ha de tener vida propia para administrar sus intereses peculiares, sin detrimento de la jerarquía, base del orden.
Cuerpos de funcionarios civiles debidamente retribuidos e inamovibles y responsables.
Defendemos la libertad bien entendida de la enseñanza, aumentando la remuneración a los maestros: Autonomía Universitaria y sus estudios teóricos y prácticos al mismo tiempo, procurando tengan ingreso en ella las clases obreras.
Reglamentación social. Protección al obrero y sus derechos, según los dictados de la caridad cristiana. Organización de las clases profesionales y mejoramiento religioso, moral, intelectual, técnico y económico del proletariado, a fin de que por su propio esfuerzo pueda llegar a su mejoramiento individual y social.
Protección eficaz y práctica a la Agricultura, industria y comercio nacional —nacionalismo económico—, fomento del Trust para el comercio con el exterior y prohibición de los mismos en el interior, nacionalización de las grandes empresas extranjeras, procurando que encuentren colocación los capitales españoles y expansión de nuevos mercados para los productos nacionales.
Servicio militar voluntario en tiempo de paz e instrucción militar obligatoria para todos. Ejército y Armada decorosos, con la debida proporcionalidad entre las armas, material adecuado y abundante, cuadros suficientes de Jefes y Oficiales teniendo siempre presentes nuestra posición en el mapa, nuestra historia y la extensión de nuestros territorios y costas.
Formación de los presupuestos generales del Estado, admitiendo como único medio natural de aumentar los gastos el aumento de los ingresos, y que para aumentar éstos es necesario fomentar y desarrollar la riqueza nacional mediante una protección adecuada: caminos, canales, roturaciones, etc.
El Régimen contributivo ha de basarse en la Contribución directa sobre la renta y los haberes, en escala progresiva, dejando exenta de tributación una renta mínima para el sostenimiento de una mediana familia, libres de impuestos los artículos de primera necesidad y gravando los de lujo.
En el orden internacional, queremos que España ocupe el lugar que le corresponde, reivindicando sus derechos indiscutibles a la integridad del territorio nacional, al dominio del estrecho y la libertad en Marruecos, constituyendo una federación con Portugal para formar así el Imperio Ibérico, protector nato de los Estados Hispano-Americanos, funcionando como árbitro en sus cuestiones y divergencias y librándolos de la dominación tiránica que los amenaza por el egoísmo de un pueblo de raza distinta que pretende absorverlos y asimilarlos.