Producciones literarias:Advertencia




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FIN de popularizar todas las producciones de la célebre escritora; señora Dolores Veintemilla de Galindo, damos a la estampa la presente compilación, en la que, además de las poesías, constan tres de sus composiciones en prosa, publicadas por primera vez en Guayaquil el año de 1874 por Don Federico Proaño.

Escasa es, en verdad, la labor de nuestra poetisa: pero el mérito de sus inspiraciones es reconocido con admiración tanto por la crítica ilustrada como por el sentimiento popular, y esto basta para su gloria literarua. Las creaciones de Diego Fallon se cuentan con los dedos, dice el señor Caro; y no son muchas que digamos las producciones en que Olmedo y Nicasio Gallego vaciaron los arrebatos de su espíritu sublime. La denominada Quejas es la que más ha inmortalizado a la Safo ecuatoriana; la juventud de todos los países sudamericanos la sabe de memoria, y con razón Don Marcelino Menéndez Pelayo, refiriéndose a ella, dice que "es un ay desgarrador que debe recogerse, tanto más cuanto que la sincera expresión del sentimiento es lo que más abunda en la poesía americana".

De propósito hemos incluído a continuación de Quejas la titulada A mis enemigos para que el lector se convenza de que en ambas poesías vibra una misma alma a impulso de la pasión amorosa y de la dignidad ultrajada por innobles enemigos. Se ha puesto en duda, no sabemos con qué fundamento, la filiación de esta conmovedora composición, sin que haya faltado alguien que la atribuya a Don Vicente Piedrahita; pero el muy ilustrado y erudito Don Juan León Mera, tan conocedor de nuestra literatura, la prefirió para insertarla en la Antología de poetas ecuatorianos como obra de Doña Dolores.

En La noche de mi dolor hemos suprimido las dos últimas estrofas que aparecen en las ediciones anteriores, y en las cuales se anuncia el suicidio, porque el Dr. D. Antonio Marchán, que la publicó por primera vez, declaró ser el autor de este aditamento, en el juicio que se siguió en el tribunal eclesiástico de Cuenca, para reivindicar la memoria de la infortunada escritora.

En esta causa célebre intervino como abogado defensor el notable juriconsulto y literato, Sr. Dr. Dn. José Rafael Arízaga, que con sus luces y la lealtad del amigo, dice Dn. Antonio Borrero, "obtuvo resolución dada por la autoridad eclesiástica para que los restos de la señora Veintemilla que habían sido arrojados a un lugar inmundo, fueran sepultados en lugar sagrado". La sentencia pronunciada por el Dr. Mariano Cueva es un documento importante que desvanece algunas apreciaciones que se han repetido en nuestros días en contra de la infortunada poetisa, y manifiesta que en el acto de darse la muerte no obró con deliberación, sino sujeta a una enajenación mental. Esta pieza luminosa del proceso es poco conocida entre nosotros, y, por lo mismo, nos complacemos en reproducirla.

Tócanos expresar aquí, que la culta sociedad cuencana deploró la muerte trágica de la señora de Galindo, así como en vida supo hacer de ella el objeto de sus miramientos y atenciones. Como prueba de esto último y para dar interés a esta ligera introducción transcribimos los siguientes elocuentísimos conceptos del Dr. Benigno Malo, con que embelleció el álbum de la Musa quiteña:

«Señora:

Este álbum hermoso y elegante es un simbolo vivo de la persona de Ud.: no por que las páginas de su vida sean vacías como las de un álbum, sino porque los días de la buena esposa corren puros como las linfas de un torrente, blancos como la nieve, albos como las hojas de este álbum; y las horas de la artista pasan seductoras, atractivas y brillantes, como el brillante empastado que lo cubre.

Inscrito aqui mi nombre como una voz más, que proclama el reconocido y variado mértito de Ud. —Otra paleta que no sea la mía prestaría su colorido para delinear lo que su fisonomía y si inteligencia tiene de común con las Gracias, con las Corinas, etc: yo me limito a estimar en Ud. a la amiga ecuatoriana, que recuerda ciertos nobles rasgos de Penélope. Yo prefiero la virtud a la belleza y al genio; ¿y quién no preferirá el cielo a la tierra?»


C.M.

Quito, Abril 28 de 1908.