Proclama de la Junta Provisional Vasco-Navarra

Campo del honor y de la verdadera libertad, al pie de los Pirineos, 14 de septiembre de 1846.

Vasco-navarros:

La revolución perdida en el caos de sus funestos planes, intenta precipitarnos en la tumba donde ha encerrado vuestras libertades, vuestros fueros, precioso dones que conquistaron con su sangre vuestros antepasados. No les basta haber violado artera y traidoramente la más sagrada de vuestras venerables instituciones, haber hollado todas las promesas que prodigó para engañar la buena fe y la credulidad de los hijos del país vasco-navarro; no le basta haber pisado con sus innobles pies una constitución cuya teoría realizada pudiera haber hecho la felicidad de un país regido por leyes menos sabias y prudentes que las de Iberia. El gobierno, en fin, que pesa como horrible yugo sobre vosotros, que cien veces cuando estabais con las armas en la mano os ha prometido la conservación de vuestros privilegios, da ahora, que os ve desarmado, el golpe de gracia a vuestros más caros intereses.

El sistema tributario, fruto del error y de la mala fe, va a colmaros de miseria. Vuestros hijos, vuestros hermanos, arrancados del hogar, van a aumentar las filas de los ejércitos de vuestros opresores. Esa expedición americana tan antinacional, tan traidora, que reclutan entre vosotros, es una traición más para alejar a la flor de vuestra juventud; la explotación de vuestras salinas, la agricultura, la elaboración de cigarros, el libre ejercicio de vuestra industria y de vuestro comercio, va a desaparecer con una sola plumada. Vuestros bosques, tan fecundos para vosotros, van a ser presa de la rapacidad de los gobernantes, sin que nada produzcan al Estado. Pronto os veréis privados de las diputaciones, elemento principal de vuestra fuerza y de vuestra sabia legislación. No tendréis diputados de provincia que representen vuestros derechos y defiendan vuestros intereses. Va a desaparecer todo vuestro bienestar. Ya lo sabéis por experiencia cuán engañosas son sus promesas de paz y libertad. Pronto conoceréis los efectos de vuestra generosa pero imprudente condescendencia, si no os apresuráis a sacudir el insoportable yugo que os quieren imponer.

¿Consentiréis, vasco-navarros, en semejante humillación? ¿Sufriréis un ultraje que ataca vuestra nobleza, vuestra fidelidad, vuestras leyes y vuestra reputación? ¿Sufriréis por más tiempo tan vergonzosa y tiránica opresión?

¡No dejéis a vuestros enemigos tiempo para acabar vuestra ruina y vuestra esclavitud! ¡Una vez encadenados os será difícil romper sus anillos!

¡Vasco-navarros! Al grito de laurac bat, álcense como un solo hombre las cuatro provincias. Venid, corred a rodear las banderas reales del príncipe legítimo cuya soberanía garantiza vuestra libertad, vuestro bienestar, vuestro porvenir: del augusto joven prisionero en Bourges cuyos sentimientos paternales y bienhechores tan bien conocéis. Ha enviado a sus enemigos el ramo de oliva, se ha ofrecido heroicamente en holocausto de la expiación del perdón, de la paz y fraternidad.

Los enemigos de la Patria, alentados con nuestra actitud pacífica y conciliadora, en vez de aceptar la paz que les brindamos, nos han arrojado al rostro la injuria y el insulto. Todos los días vienen llenos de ellos sus abominables diarios. En vez de aceptar el ramo de oliva como símbolo de concordia, nos han despreciado con insultante arrogancia. Vasco-navarros, hemos cumplido con nuestro deber ofreciendo la paz. La responsabilidad de los males que amenazan al país, caiga toda entera sobre los que así lo han querido. Levantemos el estandarte de la verdadera libertad, del orden y de la justicia.

Carlos VI ha sido enviado por la Providencia para daros el bienestar del que hace tantos años estáis privados. Solo él puede garantizar, como lo ha prometido, un gobierno ilustrado, paternal, previsor y digno de vuestras almas generosas

No, vasco-navarros, Carlos Luis no es un déspota, no; no es el enemigo de la sabiduría y de las luces, como os lo pintan vuestros enemigos; este joven príncipe, desterrado desde la más tierna edad, ha aprendido el arte de gobernar en el seno de las desgracias. Ha estudiado las exigencias del siglo y los medios de conciliarlas con el deber y la justicia. Su instrucción, su lealtad, sus maneras afables, sus numerosas virtudes, son de vosotros conocidas. Solo él tiene derecho a vuestros amos y a que le seáis fieles; solo él puede poner término a vuestras miserias.

Unión, vasco-navarros, unión y decisión; esta sea nuestra divisa: olvidemos antiguas divisiones si de ellas queda alguna huella; comprendamos nuestros verdaderos intereses; salvemos nuestra Patria y nuestra dignidad del oprobio que las amenaza.

¡Viva el rey! ¡Viva la verdadera libertad! ¡Vivan nuestras antiguas constituciones! ¡Vivan nuestros fueros!

La Junta Provisional Vasco-Navarra.