Proclama de Don Alfonso a los catalanes
CATALANES:
Desde estas nobles montañas de Cataluña; sobre esta tierra fecundizada por la sangre de tantos mártires de la santa causa de Dios de la Patria y del Rey; A la cabeza de los heroicos y sufridos voluntarios que componen el ejército que tengo el noble orgullo de mandar; con los ojos fijos en el cielo y henchido el corazón de ardiente entusiasmo, me dirijo a vosotros en este día para mí tan fausto, tan grande y tan deseado.
¡Catalanes! La religión de nuestros padres oprimida; la patria que tanto amamos ultrajada; la sociedad en que hemos nacido próxima á su disolución; la familia prostituida; nuestra independencia menoscabada; la Monarquía legitima, símbolo de la ley y de la salvaguardia del orden, vilipendiada y proscrita; la propiedad amenazada de muerte; en una palabra, todos los intereses legítimos, todas las grandes aspiraciones, todas las ideas generosas y todos los pensamientos honrados cohibidos en su desenvolvimieuto, reclaman hoy nuestro concurso, solicitan nuestro esfuerzo, esperan nuestra cooperación y exigen nuestros sacrificios.
Los que en estos supremos instantes no sepan hacer abstracción de una apatía censurable, de un recelo injustificado, de un egoísmo punible, de una susceptibilidad mal comprendida, de una desconfianza peor aconsejada, o de una pusilanimidad vergonzosa e indigna, no serán hijos de la arrogante y valerosa patria de los Almogávares, sino los frutos podridos de una raza decrépita y caducada, o los repugnantes engendros de una generación raquítica y miserable.
¡Catalanes! La hora decisiva ha sonado ya. Acudamos todos al puesto de honor que nuestra conciencia nos intima ocupar; luchemos con fe, con serenidad y con perseverancia; dirijamos nuestros corazones a lo alto; bendigamos el nombre del Señor como los Macabeos, y un éxito feliz coronará nuestra empresa, y los laureles de la victoria orlarán nuestras sienes.
¡Catalanes! Entre mis manos tremola ya enhiesta la santa bandera de la Religión y de la Legitimidad. Venid todos a defenderla conmigo.
Si alguno alimentara alguna prevención, abandónela; si sintiera algún temor, deséchelo; si le alejara algún agravio, olvídelo; que bajo los anchurosos pliegues del estandarte real pueden cobijarse todos los sentimientos magnánimos y vivir felices todos los hombres de bien.
¡Catalanes! Por Dios, por la Patria y por el Rey, haced todos vuestro deber, imitando el ejemplo de los valerosos voluntarios de este ejército, y veréis que con la ayuda de Dios y la intercesión de la Inmaculada Virgen, nuestra patrona, triunfaremos pronto al grito de
¡Viva la Religión!
¡Viva España!
¡Vivan los fueros de Cataluña!
¡Viva Carlos VII!
Cuartel general, diciembre de 1872.— El infante general en jefe del Principado de Cataluña,
Fuente
editar- La Convicción (10 de enero de 1873). «Crónica carlista». Página 75.