Preferencia dada a todas las desdichas sobre los celos
De tu dueño tirano los recelos, castigo de una vil desconfianza, con dilatar el fin a mi esperanza defraudan de su logro a mis anhelos. Él pena, Filis, con sus duros celos, y como tanto mal a mí me alcanza, dudo a donde se inclina la balanza, Filis, si a su pesar o mis desvelos. Él goza, aunque celoso, tu hermosura, si bien aborrecido; yo, privado de tanta gloria, aunque adorado, muero. Pero, ¿dónde me lleva mi locura? Muera mil veces yo desesperado, que antes morir que estar celoso quiero.