Por las riberas de Arlanza...


Por las riberas de Arlanza...
de Anónimo
         Por las riberas de Arlanza		
	Bernardo el Carpio cabalga, 		
	en un caballo morcillo 		
	enjaezado de grana; 		
	gruesa lanza en la mano 	
	armado de todas armas. 		
	Toda la gente de Burgos 		
	le mira como espantada, 		
	porque no se suele armar 		
	sino a cosa señalada. 	 
	También lo miraba el rey, 		
	que fuera vuela una garza; 		
	diciendo estaba a los suyos: 		
	-Esta es una buena lanza; 		
	si no es Bernardo del Carpio, 		
	este es Muza el de Granada. 		
	Ellos estando en aquesto, 		
	Bernardo que allí llegaba; 		
	ya sosegando el caballo, 		
	no quiso dejar la lanza. 	
	Mas puesta encima del hombro 		
	al rey de esta suerte hablaba: 		
	-Bastardo me llaman, rey, 		
	siendo hijo de tu hermana; 		
	y del noble Sancho Díaz, 		
	ese conde de Saldaña; 		
	que ninguno otro no osaba; 		
	dicen que ha sido traidor, 		
	y mala mujer tu hermana; 		
	tú y los tuyos lo habéis dicho, 	
	miente por medio la barba; 		
	mi padre no fue traidor, 		
	ni mi madre mujer mala, 		
	porque cuando fui engendrado 		
	ya mi madre era casada. 		
	Pusiste a mi padre en hierros, 		
	y a mi madre en orden santa, 		
	y porque no herede yo 		
	quieres dar tu reino a Francia. 		
	Morirán los castellanos 	 	
	antes de ver tal jornada; 		
	montañeses y leoneses, 		
	y esa gente asturiana 		
	y ese rey de Zaragoza 		
	me prestará su compaña 	 	
	para salir contra Francia 		
	y darle cruda batalla; 		
	y si buena me saliere 		
	será el bien de toda España; 		
	si mala, por la república 	 
	moriré yo en la demanda. 		
	Mi padre mando que sueltes, 		
	pues me diste la palabra: 		
	si no, en campo, como quiera 		
	te será bien damandada.