Poetas líricos del siglo XVIII (Tomo I)/Gabriel Álvarez de Toledo/Noticias biográficas y juicios críticos

Poetas líricos del siglo XVIII (1869)
de Leopoldo Augusto de Cueto
Noticias biográficas y juicios críticos de Gabriel Álvarez de Toledo
Nota: Se respeta la ortografía original de la época

Don Gabriel Alvarez de Toledo.


NOTICIAS BIOGRAFICAS Y JUICIOS CRITICOS.

I.

Nació don Gabriel Alvarez de Toledo en la ciudad de Sevilla, el dia 15 de Marzo de 1662[1]. Fué de familia ilustre, originaria de Braganza, en el reino de Portugal, que adquirió despues carta de naturaleza en España, avecindándose primero en Aragon, y más adelante en Sevilla. Fué su padre don Francisco Alvarez de Toledo, del hábito de Calatrava y consejero de Hacienda, que al lustre de su apellido juntaba aventajadas prendas y altos merecimientos personales. Su madre fué doña Luisa María Pellicer de Tovar, hija del notable escritor don José Pellicer de Tovar, caballero de Santiago, señor de las Casas de Pellicer y Osan, del Consejo del Rey, su gentil-hombre y su cronista mayor de Aragon.

Dedicóse en sus primeros años al cultivo de las letras amenas, y especialmente de la poesia.

La segunda época de la vida de Don Gabriel forma notable contraste con los tiempos de su mocedad, no viciosa ni impura, pero sí empleada, por la mayor parte, en livianos é insustanciales devaneos. El caballero galan y festivo aborrece repentinamente los triunfos mundanos, que le habian hechizado hasta entonces, y se convierte en un verdadero anacoreta entre las confusiones y estorbos del mundo[2]. En las ciencias y en las letras, en los deberes religiosos, en el ejercicio de altas virtudes, entre las cuales sobresalia la caridad[3], y en el despacho de los arduos negocios públicos que le estaban confiados, concentraba Alvarez de Toledo todas las facultades de su alma. Se dedicó con asombrosa asiduidad al estudio de las lenguas antiguas, llegando á poseer el griego, el latin, el hebreo, el árabe y el caldeo. De los idiomas modernos europeos, hablaba el frances, el aleman y el italiano. Ademas de sus poesías y de su Historia de la Iglesia y del mundo, escribió muchas obras, que se han perdido ó duermen olvidadas en el polvo de los archivos y de las bibliotecas[4]. Contribuyó activamente, con el Marqués de Villena, con el historiador don Juan Ferreras, con el sabio orientalista fray Juan Interian de Ayala y con otros varones insignes en doctrina y autoridad, á la fundacion de la Academia Española, y fué el tercero de los académicos inscritos en esta esclarecida corporacion. Caballero de la órden de Santiago[5], oficial mayor de la secretaría de Estado, secretario del Rey y su bibliotecario mayor, secretario de la presidencia del Consejo de Castilla, no le faltaron, como se ve, altos honores y testimonios de confianza de su patria y de su soberano. Fué una de las personas más dignas y más respetadas de su tiempo. Vivió como un asceta, y en Enero de 1714 murió, como un santo, en la casa misma del Duque de Montellano[6].

L. A. de Cueto.

II.

DEL SEÑOR DON ANTONIO FERRER DEL RIO, DE LA ACADEMIA ESPAÑOLA.

(Revista Española, número 4.º; 18 de Mayo de 1862.)

Oriundo este varon ilustre de Portugal, por la linea paterna, y nieto del célebre cronista de Aragon, don José Pellicer de Tovar, por parte de madre, nació el 26 de Abril de 1662[7], en la ciudad de Sevilla. Huérfano quedó poco despues de acabar las primeras letras; casi abandonado á su voluntad exclusiva, no la tuvo grande para el estudio, y hallóse mozo, con natural estro y en trato familiar con las Musas. A camino le llevaron de perdicion el ocio, la boga que tuvieron sus poesías entre las damas sevillanas, el engreimiento de ser como el galan á la moda; su índole cra excelente, por fortuna, y así los devaneos juveniles no pasaron á vicios. Muy cerca andaba de los treinta años cuando se resolvió á mudar de costumbres, tocado en el corazon á consecuencia de asistir á unas santas misiones; y segun datos fidedignos, lo hizo de suerte, que desde entonces no se le vió más el color de los ojos, y se le pudo comparar á un capuchino entre las profanidades del mundo. Bajo la proteccion y en la casa del Duque de Montellano, se entregó con pasion verdadera á resarcir los años perdidos, y sin otra guía que su privilegiado talento, perfeccionóse en el latin y lenguas orientales, y en los idiomas frances, aleman é italiano; se impuso en los sistemas filosóficos antiguos y modernos; de historia sagrada y profana supo mucho, y de teologia aprendió tanto, que se le tuvo por maestro de nota. Aun llamándole teólogo de corbata uno de sus adversarios, y refiriéndose al tiempo en que su protector fué presidente del Consejo de Castilla, y le sirvió de secretario, nos revela que su oficina estaba llena de libros latinos, franceses y alemanes; que los adornos de las paredes eran papeles con caractéres hebreos; que sobre la nueva filosofía de Descártes y el curso de Regis hacia siempre versar las conversaciones, y que así pasaba las horas.

De caballero de Alcántara se cruzó el año de 1705, á pesar de su abstraimiento de las cosas mundanas, y tambien fué bibliotecario mayor de S. M. y oficial de la secretaría de Estado. Al Marqués de Villena se asoció desde el primer dia para la fundacion de la Real Academia Española, á la par que daba á la imprenta un libro notable y titulado Historia de la Iglesia y del mundo, que contiene los sucesos desde su creacion hasta el diluvio. Sus aprobadores fueron teólogos eminentes, y lo celebraron con justicia. Impreso está en un tomo en fólio, y dividido en dos libros; de la creacion trata el primero, y por el conato del demonio para perder al hombre, empieza el segundo. Piadosamente dedicólo Al Rey inmortal de los siglos, Cristo Jesus, principio y fin de todas las cosas. Por remate puso muy eruditas disertaciones Sobre el sitio del paraíso; Lengua primitiva; Estacion en que fué criado el mundo; Variedad del cómputo de la Vulgata y de los Setenta.

Aun recibia el autor los plácemes de las personas doctas, cuando enfermó de peligro y supo que alguien iba á escribir en contra suya; y como se brindase un amigo á hacer la apología de la obra en tal caso, le respondió estas literales palabras: «Si hablan contra la persona, como tendrán razon, no hay defensa; si contra la doctrina, los autores que cito responderán, si los leen; si contra el estilo, me ha parecido convidar al deleite de los tibios, para que bebiesen la moralidad; si contra algunas voces no vulgares, todas las he visto en autores castellanos de buena nota; y así, guarde usted la pluma para emplearla mejor que en mi defensa.>> No le fué dado practicar por sí tal conducta, pues falleció el 17 de Enero de 1744, todavía de buena edad y muy llorado por sus amigos numerosos y por los muchos pobres á quienes socorria caritativamente. Su plaza fué la primera vacante en la Academia Española, para la cual hizo la planta de los Estatutos, y se ocupaba en el exámen de las crónicas de los reyes de Castilla desde san Fernando hasta Fernando V, á fin de autorizar la buena acepcion de las voces.

Calientes estaban aún las cenizas del primer académico difunto, cuando se empezó á difundir la impugnacion anunciada, bajo el título de Carta del maestro de niños, y suponiéndola impresa en Zaragoza. Victoriosamente fué rebatida por el que habia empeñado al autor la palabra de salir en apoyo de su libro. Con el pseudónimo de Encio Anastasio Heliopolitano, y como impresa en Leon de Francia, dió á luz una Apologia joco-scria por la Historia de la Iglesia y del mundo, bajo el titulo de Palacio de Momo. A fin de que se comprenda el espíritu del impugnador, malévolo y poco feliz en su censura, me parece oportuno citar uno de sus pasajes, y la réplica á que dió motivo. De las dotes y naturaleza de los ángeles, se titula el capítulo segundo de la obra; lleno de ufanía, se expresó el crítico de esta suerte: No digo nada de las dotes, porque, aunque en castellano es masculino, estará ya resuelto en la Academia mudarle el género, quizá por ser femenino en latin.»-A lo cual respondió el apologista en esta forma: Las dotes es femenino en latin y castellano, aunque éste le dé alguna vez artículo de género impropio, y diga los dotes. De una y otra manera se halla escrito en autores de buena nota, y el antiguo refran Una buena dote ó dos medianas, le da su propio articulo ántes de la fundacion de la Academia, que tan repetidamente nombras; y es mucho te saborees con lo que te amarga; ella te dará reglas á su tiempo, aunque hagas mal gesto, é imites al perro, que ahulla y ladra, mordiendo las puertas de la casa donde no puede entrar.—A la Academia Española iba pues en realidad el tiro, como se ve más de manifiesto en otra critica de la misma pluma que la antece. dente, titulada Jornada de los coches de Madrid á Alcalá, ó satisfaccion al Palacio de Momo. Allí supuso á la Academia el pensamiento de corregir el idioma; con apodos quiso ridiculizar á sus individuos, y hasta esforzóse en procurar que se dieran por ofendidos los castellanos de que los hubiese naturales de Andalucía, de Extremadura, de Galicia, y aun de alguna de las islas de Italia. Un tomo en 4.° forma cada uno de estos papeles, y todos comenzaron á circular el año mismo de la defuncion de ALVAREZ DE TOLEDO, en cuyo favor se declararon los varones de más literatura.

Al decir de su apologista, de las obras en prosa y verso de su pluma se podian hacer muchos tomos. Sus Obras póstumas poéticas salieron al público en Madrid, y de la imprenta del convento de la Merced, el año de 1744, gracias á la diligencia del conocidísimo doctor don Diego de Torres, y á los duques de Montellano y Sotomayor, que las habian consevado esmeradamente en sus bibliotecas. Misticas son muchas de las poesias, y entre ellas merecen especial mencion los Afectos de un moribundo hablando con Cristo crucificado, la Parafrasis del Miserere, y las Endechas á su pensamiento, sin duda escritas cuando se propuso mudar de vida.

Cualquiera octava de los Fragmentos del poema intitulado la Burromaquia serviria para demostrar su agudeza en el género festivo, de que se valió tambien para felicitar á su protector, el Duque, en ocasion de cumplir años. Sus romances à la muerte de la primera esposa de Cárlos II; consolando á España por la de este principe sin ventura; al gentil-hombre despachado por Felipe V con la noticia de la batalla de Luzzara, sobre lo mucho que tardó en la venida, y su soneto á la quema de Játiva, determinan perfectamente que le deleitó la poesía áun despues de sus mocedades.


MÁS NOTICIAS
SOBRE DON GABRIEL ALVAREZ DE TOLEDO.

Ocho fueron los individuos que á 6 de Julio de 1715 se asociaron privadamente para fundar la Academia Española; tres más asistieron á la junta de 5 de Agosto del mismo año, que es la primera de que se hace mencion puntual en los libros de actas. Por el órden siguiente figuran los once señores: don Juan Manuel Fernandez Pacheco, marqués de Villena y verdadero fundador de la corporacion ilustre, de quien realmente no consta que escribiera nada, pero sí que sabía mucho; don Juan Ferreras, cura de San Andres, y bien conocido por la Sinopsis histórica cronológica de España, en diez y seis tomos; DON GABRIEL ALVAREZ DE TOLEDO, á quien se refieren estos apuntes; don Andres Gonzalez de Barcia, abogado célebre por entonces, consejero de Castilla poco más adelante, y entendido colector de varios de nuestros historiadores de Indias; fray Juan İnterian de Ayala, religioso de la Real y militar órden de la Merced y Redencion de cautivos, predicador eminente, no contaminado por el mal gusto que á la sazon reinaba en la oratoria, y cuyo libro más notable es, sin duda, El pintor cristiano y crudito, no debiéndose tampoco omitir que tra lujo el Catecismo de Fleuri al castellano; elpadre Bartolomé Alcázar, de la Compañía de Jesus y cronista de su instituto, versadísimo en divinas y humanas letras, autor de la Chrono historia de la Compañía de Jesus en la provincia de Toledo y de sus varones ilustres; padre José Casani, tambien jesuita, maestro de matemáticas y sobresaliente en literatura, entre cuyas producciones se cuenta la Escuela militar de fortificacion ofensiva y defensiva, arte de fuegos y de escuadronar, y el Tratado de la naturaleza y origen de los cometas, con la historia de ellos; don Antonio Dongo Barnuevo, corregidor de Villanueva de la Jara y de Inhiesta, y posteriormente bibliotecario, de quien existe una Parafrasis del responsorio de san Antonio de Padua, en octavas reales; don Francisco Pizarro, marqués de San Juan y distinguidísimo traductor de la tragedia de Corneille titulada Cinna; don José de Solis y Gante, marqués de Castelnuovo, en seguida conde de Saldueña, y por último duque de Montellano, autor de un Romance endecasílabo, detestando la barbara politica de Ptolomeo en la accion de cortar la cabeza á Pompeyo; y don Vicencio Squarzafigo Centurion y Arriola, señor de la Torre del Pasaje, buen matemático y autor de una Disertacion, pretendiendo probar que para el más perfecto uso de las voces es conveniente arreglar la ortografia de ellas á sus orígenes.

Para dar mejor á conocer á DON GABRIEL ALVAREZ DE TOLEDO, bueno es citar estos dos cortos pasajes de su apologista: ¡Diabólico llamas á un varon ejemplar, cuya sola presencia edificaba, á quien prudentemente impedia su padre espiritual los fervorosos excesos de su penitencia, bien escondida en una natural alegría y jocosidad, y de quien no se oyó palabra ofensiva, estudiando lo más perfecto!.....» «Parciales de mi autor eran cuantos le conocian y trataban. Enseñaba sin magisterio ni soberbia. Ocultaba su erudicion cuanto lo permitia la urbanidad del trato civil. Nada despreciaba de lo que oia, y en la amigable y dulce modestia del trato se insinuaba á la benevolencia comun y al aprecio y veneracion de todos.»

  1. El autor de estos apuntes ha hecho buscar y sacar en Sevilla la partida de bautismo de este hombre ilustre. Segun este documento, que tiene á la vista, don Gabriel Patricio Alvarez de Toledo y Pellicer nació el 15 de Marzo de 1662, y fué bautizado en la parroquia de San Andres el dia 26 de Abril del mismo año.
  2. Expresion del doctor Torres.
  3. A pesar de su patrimonio, de sus crecidos sueldos y de haber vivido constantemente, en sus últimos años, en casa de su amigo el Duque de Montellano, murió «como un pobre de solemnidad». Cuanto tenía lo daba de limosna.
  4. El doctor Torres dice, refiriéndose á Alvarez de Toledo: «El juicio, los talentos, la universalidad en todas ciencias é idiomas, y el estudio de este venerable autor, se perciben con más ventaja (alude á las poesías) en el libro de su Historia antediluviana y en otras obras que guarda la envidiable codicia de sus apasionados.»
    En el Palacio de Momo, libro destinado á defender la Historia de la Iglesia y del mundo, dice su autor (ignorado hasta ahora, pero que es sin duda el célebre Marqués de San Felipe, amigo de Alvarez de Toledo, é individuo de la Academia Española), las siguientes palabras: «Aunque éste es el primer libro que ha impreso mi autor (habla de la citada Historia), no es to primero que ha escrito, pues en prosa y verso se pueden, de sus escritos, hacer muchos tomos.»
    Torres encontró en las bibliotecas de los duques de Montellano y de Sotomayor los manuscritos de que se valió para formar la Coleccion de las poesias de Alvarez de Toledo. No menciona siquiera el códice que existe en la Biblioteca Nacional (M, 65) con este titulo: Poesías várias de don Gabriel Alvarez de Toledo y Pellicer, bibliotecario mayor de su majestad; recogidas por don Miguel Josef Vanhafil, secretario del excelentisimo señor Duque de Alburquerque; 1741 (226 páginas). Este manuscrito y otros que hemos tenido á la vista son ménos copiosos que la coleccion publicada por Torres; pero su texto es, por lo comun, más correcto, y contienen algunas composiciones de escaso mérito, que no entraron en la coleccion impresa.
  5. En 1703, á instancias del Duque de Osuna, se le conmutó el hábito de Santiago en el de la órden de Alcántara.
  6. Don José de Villaroel escribió doce décimas á la muerte de Alvarez de Toledo, Con este título: Epitafio al sepulcro de don Gabriel Alvarez de Toledo, varon docto, en siete lenguas perito, historiador ilustre y poeta insigne. ¡Ciento veinte versos para un epitafio! En aquellos tiempos los poetas arrostraban la impropiedad en formas y en ideas, con tal que hallasen ocasion para hacer gala de originalidad y de agudeza. Las décimas son, cuanto cabe serlo, afectadas y conceptuosas. Copiaréinos solamente dos de ellas, que denotan la alta opinion de sabio y de místico de que gozaba Alvarez de Toledo. Alude la primera á la general creencia de que habia acelerado su muerte el exceso del estudio y los hábitos sedentarios.

    ¡Oh noble, insondable abismo
    De ciencia!... pero cruel,
    Que todos viviesen dél,
    Y el muriese de sí mismo!
    Dudará el catolicismo,
    Al mirar que pudo unir
    Ciencia y virtud al vivir,
    Y en ambas resplandecer,
    Si fué morir por saber,
    O fué saber por morir.
    Aun te excitará al dolor
    De esta piedra el resistir,
    En quien el mayor sentir
    Es no sentir lo mayor.
    Tú, peregrino, el fervor
    Con palabra y obra inscribe.
    Cadáver heroico exhibe
    Aquí esta marmorea tabla:
    Ve cómo vives, que áun habla;
    Mira cómo bablas, que áun vive.

    (Poesías inéditas de don José de Villaroel.—Coleccion del señor don Pascual de Gayangos.)

  7. No es exacta esta fecha. Nació Don Gabriel Alvarez de Toledo, segun puede verse en el anterior apunte biográfico, el dia 15 de Marzo.