Poema de Pentaur
Aquí empieza la victoria del Rey del Alto y Bajo Egipto, Usermaatra-Setepenra, el Hijo de Ra, Ramses-Meriamón... que logró en el País de Hatti, Naharina, en la Tierra de Arzawa, de Pidasa, en la de Dardani, en la de Kadesh, el de Ugarit y el de Muoshanet.
Su Majestad era un señor pleno de juventud, activo, sus miembros potentes..., su corazón vigoroso..., su fuerza como la de Montu..., perfecto de aspecto como Atum, era regocijante ver su belleza..., grande de victorias..., no se sabía cuando deseaba combatir.
Era un sólido muro para su ejército, su escudo el día del combate, un arquero sin igual. Es mas valiente que centenas reunidas..., como el fuego en el momento que se consume..., un millón de hombres son incapaces de permanecer de pié delante de él..., ignorando el pavor..., como un león salvaje en el valle de los animales del desierto; no habla como un jactancioso..., salvando su ejército el día del combate..., devolviendo al hogar a sus seguidores y salvando a su infantería. Su corazón es como una montaña de cobre…
Cuando Su Majestad tuvo su infantería preparada, sus carros y los shardana de las capturas de Su Majestad que ha traído con la victoria de sus brazos vigorosos, y el plan de batalla le fue confiado, Su Majestad partió en dirección al norte e hizo una buena partida en el quinto año, el segundo mes de la estación de verano, el noveno día.
Su Majestad pasó la fortaleza de Tjaru, poderoso como Montu en su aparición, todos los países extranjeros temblaban delante de él y sus jefes aportaban sus tributos... El ejército costeó los estrechos desfiladeros como si tomara las rutas de Egipto.
Cuando los días pasaron, Su Majestad estuvo en Pi-Ramses-Meriamón, la Ciudad que está en el Valle de los Cedros. Y Su Majestad continuó hacia el norte como Montu Señor de Tebas, y atravesó el vado del Orontes con la primera división de Amón que dio la victoria a Usermaatra-Setepenra.
Su Majestad llegó a la ciudad de Kadesh y mientras el vil vencido de Kadesh había llegado y reunido a todos los países extranjeros hasta los confines del mar.
La tierra entera de Hatti había llegado, igual que la de Naharina, Arzawa, Dardani, la de Keshkesh, de Masa de Pidasa, la de Arwen, las de Karkisha, Luka, Kizzouwadna, Karkemish, Ugarit, Kady, toda la tierra de Noukhashé, Moushanet y Kadesh. No dejó abstenerse a ningún país, ni aún los mas lejanos, y sus jefes estaban con él. Cada hombre con su infantería y sus carros superaba, cada uno, cualquier límite. Corrían por montañas y valles: eran como langostas, debido a su multitud.
Pero no le quedaba más dinero que el que retiró de sus bienes y que dio a los países extranjeros para que vinieran a combatir con él.
Entonces el vil vencido de Kadesh, junto con las numerosas naciones extranjeras que estaban con él, se encontraban reunidos y listos al noreste de la ciudad de Kadesh, pero Su Majestad estaba solo, teniendo a su lado a sus seguidores la división de Ra atravesaba el vado de los suburbios del sur de la ciudad de Shabtuna, a una distancia de un iteru del lugar donde estaba Su Majestad y la división de Ptah estaba al sur de la ciudad de Aronama; la división de Set marcaba al costado de la ruta. Además Su Majestad había armado su "fuerza de choque". Estaba reunida en la orilla del país de Amurru.
Pero el vil vencido, jefe de Hatti, se encontraba en medio de su ejercito que estaba con él, pero que no vino para combatir, de miedo a Su Majestad.
Sin embargo había lanzado sus hombres y sus caballos pasando la multitud como los granos de arena: tenía tres hombres en un solo carro que estaba equipado con armas e instrumentos de guerra. Habían sido reunidos para ocultarse detrás de la ciudad de Kadesh, y en ese momento llegaban del lado sur de Kadesh y cortaban el ejército de Ra por la mitad, mientras llegaba: ya no supo donde prepararse para combatir.
Por eso la infantería y los carros de Su Majestad, quedaron desamparados, mientras que Su Majestad estaba al norte de la ciudad de Kadesh, en la orilla oeste del Orontes. Se fué a informar a Su Majestad del ataque.
Entonces Su Majestad apareció en gloria como su padre Montu; endosó el equipo de batalla y se puso su corselete.
Entonces Su Majestad partió al galope y entró en la horda de los vencidos de Hatti, solo, sin nadie con él. Su Majestad se puso a mirar alrededor de él y vió que le rodeaban 2.500 carros, compuestos por los mejores guerreros de los vencidos de Hatti y de las numerosas regiones extranjeras que estaban con ellos, de Arzawa, de Masa y de Pidasa, habiendo tres hombres por carro, actuando con fuerza, mientras que no había ningún oficial superior conmigo, ni carros, ni soldados del ejército, ni escuderos, mi infantería y mis carros se habían dispersado delante y no había quedado ni uno para combatirlos.
¿Es el papel de un padre ignorar a su hijo? ¿He faltado hacia ti?... ! En nada desobedecí lo que me has ordenado! ¿Te harás cargo, oh Amón, de estos asiáticos tan viles y tan ignorantes de Dios? ¿No te he erigido numerosos monumentos y colmado tu templo con mis botines? ¿No construí para ti mi Casa de Millones de Años?...
Te he ofrecido todos los países juntos para enriquecer tus ofrendas...e hice sacrificar para ti diez millares de cabezas de ganado y todo tipo de hierbas aromáticas...Construí para ti grandes pilonos, y erigí sus astas, yo mismo, aportando para ti obeliscos de Elefantina; yo mismo hice de cantero y conduje por ti naves en el Gran Verde, para aportarte productos de los países extranjeros...! Haz el bien para quien se dirige a Ti...!
Apelé a tí, mi padre Amón, cuando estaba en medio de multitudes que no conocía. Todos los países extranjeros estaban en contra de mi..., estando solo..., nadie conmigo, mi numerosa infantería me había abandonado y ninguno de mis carros me buscó... No cesé de llamarlos, ninguno de ellos me escuchó...
Encontré a Amón mas útil que millares de soldados de infantería, que centenares de millares de carros y aun que diez mil hermanos e hijos unidos en un solo corazón... ! Oh Amón !, no he sobrepasado tu voluntad. Rogué en los confines de los países extranjeros y mi voz alcanzó la ciudad de Heliópolis del sur. Encontré a Amón cuando lo llamé...Me llama detrás de mí, como si estuviéramos frente a frente: "Estoy contigo, soy tu padre, mi mano está contigo, soy mas útil que centenares de miles de hombres. Soy el señor de la victoria"...
Encontré otra vez mi corazón fortalecido, y sentí mi pecho alegre... Era como Montu. Tiraba a mi derecha y capturaba a mi izquierda. A sus ojos era como Set en acción. Veía los 2.500 carros, en medio de los cuales me encontraba, derrumbándose ante mi atalaje. Ninguno tenía mas de una mano para combatirme; todos sus brazos eran débiles e incapaces de disparar...No tenían el valor de sostener sus jabalinas! Los veía hundirse en el agua como se hunden los cocodrilos. Yo sembraba la muerte entre ellos como quería. De ellos, el que caía no podía volver a levantarse.
Pero el vil jefe de los Hatti estaba en medio de su infantería y de sus carros, mirando el combate de Su Majestad, solo, sin tener su infantería ni sus carros... Hizo venir a numerosos jefes, cada uno con sus carros equipados con sus armas de guerra; El jefe de Arzawa, el de Luka, el de Dardani, el jefe de Karkemish, el jefe de Karkisha, el de Alepo, y a sus hermanos reunidos en un lugar. Su total eran 1.000 carros que se precipitaron en el combate. Me puse delante de ellos y siendo como Montu los forcé a sentir el vigor de mi mano, en un momento, haciendo una carnicería entre ellos, atacados en el lugar. Uno de ellos, llamando a su compañero decía "no es un hombre el que esté entre nosotros, sino Set grande en fuerza...Huyamos ante él y salvemos nuestra vida, que podamos todavía respirar. Mirad, que las manos y todos los miembros del que osa acercarse a él se debilitan y se vuelve incapaz de tomar un arco o unas jabalinas..."
Su Majestad los perseguía como un grifón. Los mataba y no me detenía. Alcé la voz para llamar a mi ejército diciendo: “! Resistid ! ¡Alto los corazones, ejército mío, que podréis admirar mi victoria! ¡Sólo porque Amón fue mi protector !”. “!Que cobardes con vuestros corazones, mis conductores de carros! No hay ninguno que sea digno de confianza entre vosotros. ¿Hay alguno, entre vosotros, para el que no haya hecho una buena acción?” No aparecí como señor cuando erais pobres: os hice oficiales superiores en virtud de mi buen hacer, cada día, instalando al hijo en el bien de su padre, suprimiendo todo mal existente en este país. Hasta liberé a vuestros servidores y os di otros que habíais hecho prisioneros. Os he hecho vivir en vuestras ciudades, sin obligaciones de cargas militares, y también a mis conductores de carros. Los he devuelto a sus pueblos diciendo: “! Volveré a encontrarlos como hoy en el momento de ir al combate ! ”. ¡Pero mirad!... Ni un hombre quedó entre vosotros para tenderme la mano cuando combatía... El crimen que mi infantería y mis carros han cometido es mayor de lo que se puede decir”.
Veis, Amón me ha dado la victoria, mientras ninguna infantería y ningún carro estaban conmigo... Estaba solo, ningún oficial superior me siguió, ningún conductor de carro, ningún soldado de mi ejército, ningún capitán. Los países extranjeros que me observaron pronunciaron mi nombre tan lejos como las comarcas desconocidas... A todos los que apuntan en mi dirección se les desvían las flechas en el momento de alcanzarme.
Luego cuando la infantería y mis carros comprobaron que yo era como Montu, que mi brazo era poderoso y que Amón mi padre estaba conmigo, permitiéndome despedazar a los países extranjeros, entonces empezaron a volver al campo para pasar la noche, en el momento del atardecer y encontraron a todos los países extranjeros en los que yo había entrado yaciendo en su sangre, hasta los valientes guerreros del país de Hatti, hasta los hijos y los hermanos de su jefe...
Entonces mi ejército empezó a alabarme... Mis oficiales superiores empezaron a magnificar mi brazo poderoso, y mis conductores de carros orgullosos de mi reputación declararon: "! Que excelente guerrero que reanima el corazón! , ! Tu has salvado a tu infantería y a tus carros! Tu eres el hijo de Amón... Tu has desvastado el país de Hatti con tu brazo poderoso... Un rey combate por su ejército el día del combate... Eres grande en victorias en presencia de tu ejército, frente a todo el país. Sin jactarte, protegiendo Egipto y doblegando a los países extranjeros. ! Has quebrantado la espalda de Hatti para siempre !"
Así habló Su Majestad a su infantería, a sus oficiales superiores, al igual que a sus conductores de carros... ” ¿ Es que un hombre no se agranda en su ciudad cuando vuelve y se ha comportado como un valiente en presencia de su señor ?..., ¿ No os habéis dado cuenta en vuestros corazones que yo soy un muro de hierro ?, ¿ Qué dirá la gente cuando oigan que me habéis abandonado, solo sin nadie, y que no vino hacia mí ningún oficial superior, capitán o soldado para tenderme la mano, cuando combatía?”
He vencido a millones de países extranjeros, estando solo con mi atalaje: Victoria-en-Tebas y Mut-está-satisfecho, mis grandes caballos. En ellos encontré el apoyo cuando estaba solo, combatiendo a numerosos países extranjeros. Yo mismo continuaré dándoles de comer su alimento, en mi presencia, cada día, cuando esté en mi palacio. Fue a ellos a los que encontré en medio de la batalla con mi caballerizo Menna, los coperos de mi casa que estaban a mi lado, mis testigos en lo que concierne al combate...
Cuando la tierra blanqueaba de nuevo, pasé revista a las filas, con miras al combate. Estaba listo para combatir como un toro enfurecido... Entré en las filas, combatiendo como un halcón sobre su presa y Aquella que estaba en mi frente hizo caer a mis enemigos... Estaba como Ra cuando aparece triunfante al comienzo de la mañana, y mis rayos quemaban el cuerpo de los rebeldes y uno de ellos le gritó a su camarada: “Prepárate, cuidado, no te acerques a él. ¡Mira! Sejmet la grande es la que está con él... En cuanto alguien se le acerca, un aliento de fuego quema su cuerpo... ...”
Entretanto, el viejo jefe de Hatti envió un mensaje rindiendo homenaje a mi nombre como el de Ra, diciendo: “Eres Set, Baal en persona. Tu terror es una antorcha en la tierra de Hatti”. Entonces mandó a sus enviados con una carta en la mano, con el gran nombre de Su Majestad, dirigiendo saludos a Su Majestad de la residencia de Ra-Haractes, el Toro Poderoso amado de Maat, el soberano que protege su ejército.. Un muro para sus soldados el día del combate, el Rey del Alto y Bajo Egipto Usermaatra- Setepenra, el Hijo de Ra, león, señor de brazo poderoso, Ramses-Meriamón, dotado de vida eterna:
“Tu servidor habla y hace que se sepa que eres el hijo de Ra, salido de su cuerpo. Te ha dado todas las tierras, reunidas en un lugar. En cuanto al país de Egipto y el país de Hatti, están contigo, están bajo tus pies, Ra, tu noble padre, te los ha dado.. ...Mira, tu poderío es grande, tu fuerza es pesada sobre el País de Hatti. ¡Es bueno que hayas matado a tus servidores, con tu rostro salvaje vuelto hacia ellos, y que no hayas tenido piedad! Pasaste ayer matando a centenas de millares. Has venido hoy y nos has dejado a ningún heredero. ¡No seas duro en tus acciones, rey victorioso!
¡La paz es mejor que combatir, déjanos vivir!”
Entonces mi Majestad fue clemente, siendo como Montu en su época, cuando su ataque le dio el éxito. Luego mi Majestad hizo que me trajeran a todos los jefes de mi infantería, de mis carros ya todos mis oficiales superiores, reunidos en un lugar, para hacerles escuchar el contenido de lo que se me había escrito.
Mi Majestad les hizo escuchar esas palabras que el vil jefe de Hatti me había escrito. Entonces dijeron con una sola voz “! La paz es extremadamente buena, oh señor nuestro dueño!. No hay que condenar una reconciliación cuando la haces tú, porque ¿quién te resistirá el día de tu furia?”
Entonces Mi Majestad ordenó que esas palabras fueran escuchadas e hice un repliegue pacífico en dirección al sur, Mi Majestad se volvió en paz hacia Egipto con su infantería y sus carros, estando con ella toda vida, estabilidad y dominio.. El poder de Su Majestad protegiendo a su ejército, y todos los países extranjeros rendían alabanzas a su ejército, y todos los países extranjeros rendían alabanzas a su hermoso rostro.
Habiendo llegado a Egipto en paz en Pi-Ramses-Amado-de-Amón-Grande-de-Victoria, y permaneciendo en su palacio de vida y dominio, como Ra está en su horizonte, los dioses del país vinieron a él, honrándolo y diciendo: “Bienvenido, nuestro hijo bien amado, rey del Alto y Bajo Egipto, Usermaatra-Setepenra, Hijo de Ra, Ramses- Meriamón”...
Lo gratificaron con millones de Fiestas Sed, para siempre en el trono de Ra, todas las tierras y todos los países extranjeros estaban prosternados debajo de sus sandalias para la eternidad sin fin.