Poco me importa
Me dicen que medio mundo
Riñe con el otro medio,
Y aunque en verdad me confundo
Viéndolo así, ¿qué remedio?
Caprichos con que se nace;
Cada cual como más quiere
Vive y muere,
Y aunque algo extraño se me hace
Viendo la vida tan corta,
Poco me importa.
Yo sé un elixir magnífico
Contra duelos tan extraños,
Y son con tal específico
Horas de placer mis años.
Para mí no hay amarguras,
Ni pesares ni disgustos
Me dan sustos,
Y aunque diz que surco a obscuras
El mar de esta vida corta,
Poco me importa.
Sin opulencias me paso,
Ni ambiciono honras ni oro,
Ni del poder hago caso;
Si no soy feliz, no lloro.
Conmigo mismo me basto,
Y con lo poco que tengo
Bien me avengo;
Y aunque cuanto tengo gasto,
Siendo la vida tan corta,
Poco me importa.
Si leyes a nadie doy,
Nadie a mí leyes me da;
Donde no gozo no voy,
Donde estoy mi patria está.
No me acosa odio ni envidia,
Y aunque en todos los lugares
Hay pesares,
Si algún pesar me fastidia
Y amarga esta vida corta,
Poco me importa.
Un puro y una botella
Durante mi esplín consumo,
Y cuando acabo con ella,
Cigarro y pesar son humo.
Los vapores de los dos
El cerebro me revuelven,
Y me vuelven
Tan feliz, que ¡vive Dios!
Esta vida, larga o corta,
Poco me importa.
Celestes apariciones
Gozan entonces mis ojos,
Y dichosas ilusiones
Satisfacen mis antojos.
En las vagas espirales
Fermentan del humo vano
De mi habano
Visiones tan celestiales,
Que una vida larga o corta
Poco me importa.
Y ¿en qué entonces me aventaja
Ningún sultán con su opio?
Si a su alma el Edén se baja,
A mí me pasa lo propio.
A él le exalta la cabeza
Su ámbar, su pipa y su vaso;
No hace caso
De sí mismo en su pereza,
Y una vida larga o corta
Poco le importa.
Y a mí el licor jerezano,
Del puro entre el humo azul,
Me hace igual al soberano
De la soberbia Stambul.
Y en el insomnio dichoso
De la embriaguez le tuteo,
Y me creo
Otro sultán poderoso,
Y como a él, la vida corta
Poco me importa.
¿Qué diablos va de él a mí?
Llévanle al harén eunucos
A que la desuelle allí
Velado por mamelucos,
Y a mí me arrastra a mi lecho
Una mujer cariñosa,
Que afanosa
Se desvela en mi provecho,
Con quien la vida, por corta,
Poco me importa.
Él enamora a una esclava
Que hacia él sólo miedo abriga,
Y a mí de aplomarme acaba
Dulce beso de mi amiga;
A él las caricias le roba
Su esclava durante el sueño,
Y mi dueño
Me vela en mi misma alcoba,
Porque mi vida, aunque corta,
Mucho le importa.
A él le hace el opio tal vez
Soñar con alguna hurí,
Y ver me hace una el Jerez
En cada mujer a mí;
Él reina en Constantinopla,
Y yo, mísero coplero,
Cuando quiero
De él me río en una copla,
Y de su rabia, si aborta,
Poco me importa.
Y a él, opio excesivo acaso,
Le hace ponzoña mortal
De su café, y le abre paso
A su sepulcro imperial,
Mientras yo, libre de afán,
Despierto al placer mañana
Con más gana,
Y aunque reviente el sultán
Y deje a la Europa absorta,
Poco me importa.