Playa
PLAYA
Parado contra la balaustrada,
de espaldas,
el anciano de sombrero amarillo
está ya muerto.
Le cantan responsos
en ondas monótonas
las masas de agua verde
que me mojan los pies.
Horizonte lejano:
no puedo tocarte.
Las gaviotas sobre mi cabeza
se aman todavía...
En verdad, pues;
seres vivos se aman todavía;
con alas,
con pies,
con pezuñas,
se aman todavía...
Un niño rubio
ha dicho hoy
en el comedor
con una vocecita
de violoncelo recién regado:
“Mami:
¿puedo comer este durazno?"
Sus palabras
han abierto en gajos
mi corazón.
Por ellas he visto
al hombre muerto de pie,
y el vuelo de las gaviotas,
y el horizonte huidizo...