Platero y yoPlatero y yoJuan Ramón JiménezLXXXV
- El otoño
- Ya el sol, Platero, empieza a sentir pereza de salir de sus sábanas, y los labradores madrugan más que él. Es verdad que está desnudo y que hace fresco.
- ¡Cómo sopla el Norte! Mira; por el suelo, las ramitas caídas; el es viento tan agudo, tan derecho, que está todas paralelas, apuntadas al Sur.
- El arado va, como una tosca arma de guerra, a la labor alegre de la paz, Platero; y en la ancha senda húmeda, los árboles amarillos, seguros de verdecer, alumbran, a un lado y otro, vivamente, como suaves hogueras de oro claro, nuestro rápido caminar.