Plan para la Reconquista de Chile por el General Carrera (11 de mayo de 1815)


Plan para la Reconquista de Chile por el General Carrera

SEÑOR GOBERNADOR INTENDENTE DE LA PROVINCIA DE CUYO:

Se ha presentado a este Gobierno el proyecto que en copia incluyo, relativo a la conquista del desgraciado Chile; he contestado quedar suspensa la deliberación hasta que, instruído de las últimas noticias acerca de la expedición de España; puede reglarse un plan de operaciones militares; según el resultado que por momento se espera de la campaña del Perú; y me prometo que, examinado por US. con la madurez y pulso que le caracteriza, me instruya del juicio que le merece con las reflexiones que le ocurran a ilustrar la materia exponiendo también si podrá verificarse enrolando una parte del todo de la fuerza disponible en esa provincia o será de necesidad emplear otra, teniendo siempre en cuenta la seguridad de nuestro territorio.

El decidido interés con que US. empeña sus desvelos en promover la felicidad del Estado, me revela de la especial recomendación que demanda este asunto que fío a la contracción y conocimiento de US.- Buenos Aires, Mayo 11 de 1815.- Ignacio Álvarez.- Tomás Guido.

EXCMO. SEÑOR:

Después de medio año de agitaciones sobre la infeliz suerte de Chile, he sido arrastrado por inteligencias las más degradantes ante un gobierno iliberal; mas hoy creo que puede mi Patria felicitarse en la esperanza de su libertad, apoyada en los sentimientos generosos de V.E. y su verdadero interés por la causa del Sur. Una pequeña expedición sobre Chile se ha mirado como una fábula alegre; y acaso se graduaría de locura pretenderla en el día, si la proposición se hiciera a los hombres superficiales que en mejor ocasión defraudaron nuestra empresa. Su buen éxito era seguro si reorganizados en Mendoza se nos hubiese permitido volar a Coquimbo, donde se sostenía en patriotismo. Pero los facciosos, que, confundiendo el odio personal con las relaciones del interés público, se propusieron reproducir en estas provincias el incendio de los partidos que habían arruinado las suyas, presentaron ciertamente el cuadro de una rivalidad de que no podía prometerse sino otra segunda ruina. V.E. conoce que debo apartarme de la idea de estos sucesos cuando la obligación de instar por la recuperación de mi país me estrecha a suplicarle se digne fijar su posterior atención en la necesidad y felicidad de esta obra, que no es la de la desesperación y buen deseo. Cualquiera que conozca los recursos de Chile, sabe que Osorio, dejando a la quietud del invierno, puede levantar un ejército formidable con el que la primavera se derrame sobre San Juan y Mendoza lo menos con 6,000 hombres. Tiene en Chile 30,000 de milicias de caballería, y en desmontando los que necesite para infantes, habrá logrado su intento. Esa época es probablemente la de la expedición peninsular y, contrayendo a un solo punto todas las atenciones de V.E., no le permitirá dividir la fuerza para defender aquellos pueblos y sostenerse en medio de dos fuegos, o la división comprometería la suerte de ambas acciones. La evidencia de este acontecimiento con toda su importancia no exige otra reflexión. Por otra parte, es innegable que si Osorio no aumenta la fuerza de Pezuela por puertos intermedios, es porque ya entonces se halla enteramente destruida, o si no quiere renovar la guerra en el Perú, será duplicado su poder para atacar estas provincias.

¿Cómo, pues, evitar el lance y la combinación que ya estará hecha con los peninsulares? No hay más recurso que introducir a todo trance el espíritu de oposición popular, tanto más aceptable en el día cuanto es indubitable la general exasperación de Chile bajo el yugo del tirano. El no puede esperar que se le perturbe estando cerrada la Cordillera y esta misma imprevisión afianza las ventajas de una sorpresa. Más puede verificarse por Coquimbo, cuyos montes se franquean por ciertos puntos en todos tiempos con solo 500 soldados chilenos y 1,000 fusiles de reserva. Se sabe que la guarnición de aquella ciudad no pasa de 100 hombres; se sabe que toda su comarca aguarda con ansia cualquiera tentativa de sus libertadores; yo puedo lisonjearme, sin equivocación, de un ascendiente grave en la campaña, y que faltarán armas para llenar los deseos de los patriotas que abrigados a las selvas aguardan sólo el momento. La infantería miliciana de Coquimbo que nos profesa una deferencia absoluta, la de los Andes, cuyo caudillo activo y expertos nos acompaña, en fin, las de todas las provincias fermentadas, a la primera voz pondrán con nosotros un ejército que en aquel país quebrado y fecundo en recursos por todas partes nos los proporcionará, privando de ellos al déspota, que verá renovada la preciosa escena del 2 de Abril en que US., con sólo 350 hombres en las Fontezuelas, dio la libertad a su Patria por la agregación de los que lo apetecían, no con menos ansia que los desgraciados chilenos. De éstos debe componerse la principal fuerza de Osorio que al instante se nos reunirá; mientras él, llamado por la insurrección del fuerte Penco, vea desmembrarse sus tropas y quede imposibilitado de atender al Sur, al Norte y al Centro, donde ha realizado sus mayores crueldades y donde ya experimentó una conjuración frustrada por la demasiada confianza. Nosotros tenemos siempre la retirada expedita por la proximidad de Coquimbo a la Cordillera, y en un caso de imposibilidad para continuar la empresa, traspasaremos la Cordillera con toda la inmensa riqueza de Guasco, que sirva a US. de un nuevo auxilio contra los peninsulares. Nadie concebirá que éstas fueran irresistibles si no se hubiere perdido Chile. De consiguiente, tampoco puede ser de indispensable necesidad para resistirlos los 500 chilenos con que ha de emprenderse el plan agresivo de Osorio que divida las fuerzas de US. ¿De qué sirven en Buenos Aires tantos infelices emigrados entregados al ocio y la mendicidad, que se unirán a sus 500 paisanos al punto que sirvan el prospecto? Hasta los oficiales apetecen ir de soldados.

Si triunfamos, el socorro a estas provincias será tan grande como nuestro patriotismo. Si la victoria se nos presenta imposible, la habremos auxiliado con los caudales que existen en el nuevo Potosí de Guasco, habremos excitado la deserción del enemigo, y en fin, él no quedará en disposición de cooperar de un modo ofensivo con los españoles. Yo no pretendo otra clase de auxilio que la expedición, y podría responder con mi vida de que US. va a cubrirse de gloria y adquirirse la eterna gratitud del infeliz chileno, al mismo tiempo que afianza la seguridad de las provincias limítrofes del Río de la Plata, con quien mantendremos una comunicación continua por San Juan, que facilite los mejores planes y combinaciones, conforme a los progresos o desventajas de esta grande obra y de la amagante agresión peninsular. Si yo puedo honrarme con una franca conferencia con US., el negocio adquirirá toda su perfección. El es urgente y yo espero las órdenes de US. con la honra de ofrecerme eficazmente a ellas. Dios guarde a US. muchos años.- Buenos Aires, Mayo 8 de 1815.-José Miguel Carrera.- Excmo. señor don Ignacio Álvarez, Director del Estado Argentino.

-Es copia.- Guido(?)


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