Peticiones de la Confederación Católica de Padres de Familia al Jefe del Estado para hacer católica la enseñanza, la familia y la moral (1936)

La Confederación Católica de Padres de Familia, reunida en Burgos el 27 de octubre de 1936 en asamblea general extraordinaria, acordó presentar al Jefe del Estado las peticiones que se contienen en el siguiente documento, fiel trasunto de las ponencias y conclusiones que fue elaborando en el decurso de sus asambleas nacionales de Vitoria, Covadonga y Granada.

La Confederación Católica de Padres de Familia, integrada por 300 asociaciones distribuidas por toda la nación, en las que se agrupan 70.000 padres, estima su deber en estas circunstancias proclamar la adhesión más plena y cordial al movimiento nacional iniciado por nuestra glorioso ejército y secundado por la opinión auténticamente española. Y después de cumplir esta obligación de reconocimiento y solidaridad hacia quienes han puesto a salvo -entre otras instituciones básicas- el inapreciable caudal de la familia española, puesta en trance de ruina por los ataques solapados y francos de la antipatria, cuídase de abordar la más delicada de ofrendar a los fautores del nuevo Estado el acervo de sus experiencias en las materias que peculiarmente ha estudiado a través de nueve años de vida intensa, acuciada por la persecución en el último lustro.

Cuantos reflexionen sobre las causas que trajeron a España a la postración de que ahora se sale, a precio de cruentos sacrificios, convendrán en que el porvenir nacional tiene que cimentarse sobre recios fundamentos de educación y de moralidad. Por ello la Confederación Católica de Padres de Familia hace acto de presencia ante el Jefe del Gobierno del Estado español y deposita en sus seguras manos el compendio de las orientaciones y medidas que juzga indispensables para consolidar el terrible esfuerzo de nuestras juventudes en aras de una España mejor.

Enseñanza católica editar

Toda la enseñanza debe ser católica, informada por un espíritu educativo enlazado en la tradición española. Más que contra el analfabetismo iletrado, hay que ir contra el analfabetismo moral. Y eso no se logra con el abecedario, sino con el Catecismo.

A quien corresponde enseñar

Debe respetarse el inalienable derecho de los padres a educar a sus hijos y, al propio tiempo, el magisterio divino de la Iglesia, mediante un régimen escolar concordado en el que la jerarquía eclesiástica ejerza su vigilancia en la enseñanza.

A la familia

«La familia, dice Pío XI en su Encíclica sobre la educación, tiene inmediatamente del Creador la misión y el derecho de educar a la prole, derecho anterior a cualquiera otro de la sociedad civil y del Estado y, por lo mismo, inviolable por parte de toda potestad terrena.

El artículo 58 de la Constitución del Uruguay estampa la fórmula que más se acerca a las doctrinas de la Encíclica: «todo padre tiene derecho a elegir para la enseñanza de sus hijos los maestros e instituciones que desee». Y en el artículo 59 añade: «las instituciones de enseñanza privada que suministren clases gratuitas a un número de alumnos, en la forma que determinará una ley, serán exoneradas de los impuestos nacionales y municipales, como subvención por sus servicios».

Al Estado

El Estado interviene en la educación, a nombre del «bien común», para suplir las defecciones de los padres, para inspeccionar las escuelas al objeto de que en ellas no se den enseñanzas contrarias a la Patria, y para velar por la conservación del espíritu público.

Enseñanza oficial y privada

Es un concepto absurdo considerarlas enemigas. El enemigo de ambas es la incultura. Al contrario, deben ser aliadas por su naturaleza y por sus fines. En un país como el nuestro, que arrastra un déficit cultural, no puede prescindirse de la labor docente oficial. Claro que hay que alentar la cooperación social, de modo que todas las iniciativas privadas encuentren cauce y protección. No se explica el afán del Estado de echar sobre sus hombros la carga tremenda de una función que no le es propia y que reclama a gritos su verdadero dueño: la familia y sus delegados.

Una consideración no despreciable ante las circunstancias que se avecinan: el presupuesto de instrucción pública se aminoraría enormemente siguiendo estos derroteros. Ya hoy los católicos con sus escuelas ahorran al Estado cerca de doscientos millones de pesetas.

Escuela primaria

La escuela primaria privada es la que primero aparece, es una institución que puede llamarse natural, que se identifica con la familia y ejerce funciones delegadas de ésta. De aquí deriva naturalmente la libre docencia de las órdenes religiosas, consecuencia del derecho de los padres a elegir los maestros de sus hijos.

Sin embargo, es esencial aumentar la preocupación por la escuela primaria oficial, completando su labor educativa con instituciones circum y post escolares. Luego hay que articular una enseñanza profesional, ampliación de la primaria, práctica y eficaz, amoldada a las distintas regiones de España, para elevar la capacidad de las clases humildes rurales y urbanas.

Hay que preocuparse de los niños que reúnan relevantes aptitudes intelectuales y morales, que no se puedan desenvolver por falta de medios económicos. El Estado y la sociedad habrán de proporcionarles becas.

La Religión, indispensable a los individuos

La función docente es menos importante que la educativa. Y no educación sin enseñar a los hombres a ser dueños de sus pasiones, en vez de ser sus esclavos. En la enseñanza laica es nula la formación de la conciencia, la creación de hábitos virtuosos que hacen al hombre. «La Religión -ha dicho un eminente pedagogo inglés- pertenece tan esencialmente al total movimiento de la cultura, que la enseñanza que renuncia a ella sólo puede dar fragmentos de educación

Al Estado

La enseñanza religiosa es vital para la prosperidad de los Estados. León XIII dijo proféticamente hace medio siglo: «Perdida la noción de lo honesto y de lo justo, abiertos los cauces de los vicios con la corrupción de las costumbres y soltado el odio de las clases sociales con la concepción materialista de la vida, poco tarda en surgir la sombra de la anarquía y de las fuerzas destructoras de la sociedad».

Y Pío XI en la Divini illius corrobora: «Sin la recta instrucción religiosa y moral, toda la cultura de las almas será malsana, los jóvenes no habituados al respeto de Dios no podrán soportar norma alguna de honesto vivir y, sin ánimo para negar nada a sus deseos, fácilmente se dejarán arrastrar a trastornar los Estados».

El Crucifijo

Como guión y heraldo de un error que la España actual purga con lágrimas de sangre, la imagen del Divino Crucificado debe presidir las aulas de todos los centros de enseñanza; no sólo los primarios. Así ocurre actualmente en Italia y otros países.

Coeducación

Fundados en razones psicológicas, morales, sociales y técnicas, pedimos una enseñanza adecuada a cada sexo. Debe derogarse inmediatamente el sistema de coeducación en Escuelas, Institutos y Normales.

Escuelas y maestros

La escuela pública necesita mejoras de índole material y moral. Es preferible tener menos, pero mejor dotadas y decorosas. Hay que inyectarle auras de espiritualidad y patriotismo, es decir, invertir por entero la política marxista. Sin el amor a España es falsa toda cultura y perniciosa toda pedagogía.

Apoyamos efusivamente las mejoras económicas del Magisterio que debe ser equiparado al resto de los funcionarios del Estado, ya que su misión es augusta. En consideración a la misma sostenemos, por otra parte, que debe proseguir la depuración inflexible de sus elementos prostituidos, hasta arrancar de sus filas a todos los inficionados del marxismo y debilitados en su fe católica y española.

Escuelas Normales

Mientras se afronta la reforma del plan de las Normales urge el restablecimiento de las femeninas; acabar con la traidora limitación de la matrícula, que tendía a matar por la espalda a la enseñanza privada; y restablecer al mismo tiempo los estudios libres, que permitan a las instituciones privadas crear maestros con arreglo a sus métodos privativos, sancionados por una experiencia mundial.

Institutos

Hay que suprimir muchos de los institutos que se crearon a voleo, sin sujeción a plan, mirando más que a su intrínseca necesidad, a interponerse en el área de acción de los Colegios religiosos que se quería exterminar. Mientras la segunda enseñanza sólo se conciba como propedéutica de la Universidad y no se cree en ésta una conciencia de selección intelectual, toda propagación de Institutos será funesta. Llevar a ellos no la élite intelectual, sino la masa, es engendrar para dentro de muy poco un pavoroso problema docente de inflación de las Universidades, ya recargadas, a la par que un problema social de éxodo del campo y de abandono de las profesiones necesarias en los pueblos y aldeas.

Exámenes. Cuestionario único

Hay que terminar de raíz con el funesto sistema de los exámenes por asignaturas, delirio pedagógico sin igual en el mundo, que apareja dos lacras: el mercantilismo de los libros -al cual la Junta de Defensa Nacional ha puesto afortunadamente coto- y la imposibilidad de organizar una sincera selección del alumnado. El cuestionario único que propugnamos -no el texto único- sólo llenará una necesidad pedagógica, enlazado con un sistema de exámenes lógico y humano. De otro modo, ni siquiera acabaría con el escándalo de los libros de texto, ya que los catedráticos seguirán siendo árbitros de la situación con el examen.

Examen de madurez. Función docente y examinadora

Dos ideas fundamentales han de informar la reforma secundaria: el examen de madurez y la separación de las funciones docente y examinadora. El examen que sirva para valorar no el bagaje memorístico, sino el grado de formación intelectual, estética y moral del educando. España es una anacrónica excepción en este examen, y por eso la segunda enseñanza ha estado desplazada de su misión formativa. Compárese nuestro examen de asignaturas, esmaltado de preguntas caprichosas y por sorpresa, con cualquier examen de madurez europeo, verdadera oposición al título de bachiller.

Para el ejercicio de la función examinadora debe crearse un cuerpo especial, ajeno al profesorado, que evite el actual absurdo de que éste sea juez benévolo de su propia labor cuando aprueba, o suscriptor de su propia inutilidad cuando suspende en bloque.

Enseñanza de la Religión

Para lograr que los Institutos sean informativos no puede relegarse la asignatura de la Religión al papel secundario que tenía antes de suprimirse. Al contrario, hay que hacer de la Religión un estudio cíclico para que sea en todos los cursos el eje, en torno del cual giren las demás asignaturas y lograr que el ambiente escolar esté penetrado de un claro sentido cristiano. No puede llamarse culto quien desconozca en España la religión, que estará enraizada con la nacionalidad.

Los países más adelantados colocan su enseñanza en una situación de privilegio. Alemania la impone en los nueve cursos de bachillerato de sus Gymnasios de Prusia, Baviera, Sajonia y Wurtember; Austria, en los ocho años del suyo; Inglaterra sitúa la Religión en la base de sus Colegios secundarios, por ejemplo el famoso Eton, en cuya capilla se celebran a diario ejercicios de asistencia forzosa; otro tanto ocurre en Italia, Suiza, los Estados Unidos, etc. La misma Francia al secularizarse, dejó subsistir las capillas y los capellanes de sus Liceos y en ellos cumplen los alumnos sus deberes religiosos acompañados de sus profesores.

Universidad

Hay que reconquistar para España el pensamiento nacional. Si España tuviese las Universidades que tiene Inglaterra, seguiría siendo señora del mundo. El nivel de cultura de un pueblo no está en razón directa de sus escuelas -como pregona zafiamente la revolución-, sino que lo señala la Universidad, a veces una sola. Pero a condición de que sea formativa y no informativa, que no deje predicar en una cátedra lo que en la contigua se combate, con lo cual se pierde la jerarquía mental en que consiste la verdadera cultura.

Selección del alumnado. Autonomía

Para que la Universidad pueda cumplir su misión debe seleccionar sus alumnos por una rigurosa prueba de ingreso, al igual que hacen las Academias especiales y militares. Debe tener también autonomía didáctica, económica y disciplinaria, incluso para la designación de profesores por las Juntas de Facultad. Posibilidad de crear cátedras de fundación privada en la Universidad. Hay que reformar radicalmente el sistema actual de oposiciones que se presta a tantas corruptelas.

Facultad de Teología

Como la Religión no puede estar ausente en la formación universitaria, hace falta crear en la Universidad un órgano de cultura superior: la cátedra de Teología que figura en todas las europeas, con matrícula obligatoria para las Facultades de Derecho y Filosofía y en la Escuela Superior del Magisterio. Así terminará «el oprobio de haber expulsado la ciencia de las ciencias», en frase de Menéndez Pelayo. Los catedráticos de Teología deberán ser designados por los respectivos Prelados.

Colegios mayores

Se impone la restauración de los Colegios Mayores universitarios, de los que recibía la Universidad su savia y que supieron crear un patriarcado de ciudadanos austeros y prudentes, que llevaron a cabo la misión histórica de España. De ellos salieron los Virreyes, Consejeros de Estado, Prelados, Capitanes, Profesores. Y como para ingresar en ellos se exigía riguroso expediente de pobreza, puede decirse que el pueblo era la cantera de los gobernantes.

Corporación de la cultura

Las instituciones oficiales y privadas deben agruparse en un organismo nacional de educación. Los consejos locales y provinciales, así como los consejos de patronato universitario, integrarán la corporación de la cultura, presididos por un gran Consejo en que estarán representados los centros de enseñanza de toda clase y las asociaciones de padres de familia. A este respecto hace destacar esta Confederación que la Junta superior de educación de la gloriosa Navarra ha reconocido a estas asociaciones una representación preponderante.

Los estudiantes

Es de aplaudir, en principio, la intervención de los estudiantes en el gobierno de la Universidad, pero reducida a los límites exigibles por la organización jerárquica que en la Universidad debe existir.

Libertad de cátedra

Hay que terminar a rajatabla con el señorío que algunos catedráticos se atribuyeron sobre las conciencias de sus alumnos, con despojo de los sagrados derechos de los padres de familia. La ciencia es cosa diferente de las audacias ilícitas de determinados profesores. La negación de libertad para atacar las instituciones básicas de un país –Religión, Patria- es consecuencia, para nuestro Menéndez y Pelayo, del principio de conservación, ley también obligatoria de las colectividades.

La existencia de estas audacias en una parte del profesorado oficial se explica, porque nuestras leyes y prácticas no establecen una eficaz inspección de la cátedra, recinto «sagrado» en el que a nadie se permitía entrar. Recuérdese hasta qué extremos inverosímiles se pretendió hacer llegar en los disturbios revolucionarios el imaginario «fuero universitario».

Moralidad editar

Pero todo esfuerzo educativo sería baldío si con una vigilancia austera de la moral pública no se evita el ambiente mefítico en que venía asfixiándose la sanidad de la raza. Frente a la sociedad actual, que tiende a disolverse, hacen falta instituciones fuertes, que resistan el ímpetu de las pasiones, levanten el entendimiento y purifiquen el corazón: las familias.

La familia editar

La familia es el espejo que refleja la imagen del pueblo. Cuando las familias están enfermas, física o moralmente, el Estado está enfermo. Familia y Estado son solidarios, y si el Estado rompe esa solidaridad, destruyendo la familia, ésta se venga destruyendo el Estado.

Divorcio

La familia, base inconmovible del orden social, tiene por fundamento el matrimonio indisoluble. Ya se sobreentiende que urge la abolición de la ley del divorcio.

Familias numerosas

Se impone una política de franca protección a las familias numerosas, volviendo a la senda que se inició tímidamente en España en 1927 y que cegaron los marxistas enemigos natos de la familia. Es esta una política europea, que en Italia y Alemania está cosechando frutos copiosos.

Cines, kioscos, bibliotecas, prensa editar

El cine es uno de los principales elementos que entran en la formación de las actuales y futuras generaciones, con influjo superior al ejercido por la prensa, según dice el actual Pontífice en su reciente Encíclica sobre la materia. Para millones de personas no hay otro elemento formativo que les alcance. Conocido es el influjo pernicioso que ejerce entre nosotros y de qué modo deforma la mente de las gentes superficiales, que son la mayoría. La censura cinematográfica y la prohibición de la asistencia de menores a sesiones que no sean estrictamente infantiles -medidas ya adoptadas por la Junta superior de educación de Navarra- deben generalizarse en todo el territorio nacional.

Es preferible desinfectar la atmósfera social, evitando el bochorno de las carteleras indecorosas de los escaparates y quioscos llenos de carroñas pornográficas, en los que se derrumba de súbito la inocencia de nuestros pequeños y la labor de profilaxis moral ejercida en el hogar.

Con la máxima urgencia y rigor inexorable ha de continuar el expurgo de libros y publicaciones en las bibliotecas oficiales, como con laudable celo decretó la Junta de Defensa Nacional para las escolares. Hay que destruir cuanto atente a la doctrina y moral cristiana, o contenga ideas subversivas o contrarias a la integridad y al buen nombre de España.

En fin, todo intento de regeneración será vano, si no se ponen eficaces cortapisas a la prensa encanallada, la más directamente culpable de la subversión moral operada en el espacio de pocos años en la conciencia del honrado pueblo español. Y esto sólo se logrará convirtiendo en rápidas, enérgicas e ineludibles las responsabilidades hasta ahora meramente nominales de los libelistas de profesión.

Los derechos de la Iglesia

La Confederación, al depositar en las manos del Jefe del Estado el compendio de las aspiraciones de los Padres de Familia, tiene el convencimiento de que la España, que nace en el crisol de tantos sacrificio heroico, hará su máximo honor en reconocer la integridad de los derechos de la Iglesia en todos sus órdenes, pisoteados por una legislación que, en frase de Pío XI en su Encíclica a los españoles, batió el récord de los atentados contra las almas. Y de esta esperanza que nos alienta es satisfactorio gaje el ya operado retorno a su misión educativa de la ínclita y españolísima Compañía de Jesús, tanto más estimada por nosotros cuanto más perseguida por los enemigos de Cristo y de España.

Burgos, 27 de octubre de 1936


FUENTE: Boletín Oficial Eclesiástico del Obispado de Córdoba. Año LXXX, núm II. (29, Enero, 1937)

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