Águila, cese tu vuelo;
aunque los Andes escalas,
nunca podrás con tus alas
tocar las cumbres del cielo.
—Poderoso es mi vigor
y llegaré, no lo dudes...
—A tales excelsitudes
tan sólo llega el cóndor.
—Alma que vas anhelante
de ciencia infinita en pos,
detente: la ciencia es Dios
y Dios... ¡está muy distante!
—Traspasaré el firmamento.
—¿Y con qué vigor lo escalas?
—Llevo dos divinas alas:
El amor y el pensamiento.