Pedro González de Mendoza (Retrato)
D. PEDRO GONZALEZ DE MENDOZA.
editar
Nació este famoso Prelado en la Ciudad de Guadalaxara el año de 1428. Su padre fue el célebre Marques de Santillana, señalado entonces entre los mejores Caballeros por su valor, su poder y bizarría, conocido también por su afición á las letras, y de quien nos quedan algunos versos, que, sin embargo de la rudeza del siglo, se leen aun con bastante placer por su delicadeza y soltura. El hijo, destinado á la Iglesia desde su niñez, empezó sus estudios en Toledo, y se dedicó particularmente á la lengua latina y á la retórica. Después, hecho ya Arcediano de Guadalaxara, pasó á Salamanca, en donde acabó su carrera eclesiástica, y en el año de 1452 vino á la Corte de Juan el Segundo de Castilla, en la qual, aunque jóven, tuvo la mayor influencia.
Bien era preciso que su espíritu estuviese adornado de una flexibilidad y talento extraordinario para insinuarse y sobresalir en aquella Corte, en donde las conspiraciones, los versos y los amores reynaban alternativamente, y en la que el Príncipe, apacible y bueno, pero débil y negligente, se dexaba llevar como de vientos contrarios de los partidos opuestos de los Grandes. En estas crisis y alternativas continuas, en que la ambición y el orgullo suelen representar un papel tan grande, el jóven Mendoza se ganó los corazones de todos con su afabilidad, llaneza y cortesía; y el Rey, en prueba del amor y confianza que le merecía, le hizo conferir el Obispado de Calahorra en el año de 1454.
Las cosas mudaron de aspecto después con la muerte de Juan el Segundo, y la del Marques de Santillana; porque los Mendozas no estuviéron en la gracia de Henrique Quarto al principio de su reynado. Este Príncipe los arrojó de Guadalaxara, enemistada con ellos por la entereza del Obispo de Calahorra, que en una conferencia con el Arzobispo de Toledo y otros Señores trató de remediar los desórdenes que empezaban á descubrirse en el Estado. Es cierto que, pasado algún tiempo, concillados él y sus hermanos con los Privados del Rey, y unido D. Beltran de la Cueva a su familia, Henrique no tuvo mejores servidores que ellos, ni consejero mas prudente ni mas útil que el Obispo.
Bien notorio es á todos quan pocas eran las fuerzas de aquel Rey para sostener el peso del Gobierno. La autoridad entonces era del primero que con mano firme y segura se apoderaba de ella: de aquí alborotos continuos, disensiones escandalosas, y perpetua desolación. Mendoza, si no pudo atajar estos males á pesar de su diligencia y consejos, tuvo la gloria al fin de haberse mantenido incorruptible en medio del contagio, de haber asistido al Rey con los avisos mas prudentes, y de haberle defendido con su valor. El le exortó á no encargarse de los Catalanes que querían negar la obediencia al Rey de Aragon, manifestándole la injusticia y poca conveniencia de aquel proyecto. Y quando después el estandarte de la rebelión se levantó en Castilla, y la mitad de los Pueblos y de los Señores se declaráron contra Henrique, él estorbó que le prendiesen junto á Villacastin, le sostuvo quando alzaron por Rey en Avila al Infante D. Alonso, y peleó valerosamente en su defensa en la batalla de Olmedo. En este reynado fue hecho sucesivamente Obispo de Sigüenza, Cardenal de España, y Arzobispo de Sevilla.
Muerto el Rey Henrique, gozó de la misma privanza, y sirvió con el mismo zelo á sus sucesores los Reyes Católicos. El era el primer personage del Reyno por sus merecimientos, por su autoridad, y por sus riquezas, y mucho mas quando, después del fallecimiento del turbulento Carrillo Arzobispo de Toledo, fue elevado á aquella Silla por la Reyna Doña Isabel. Asistió con todo su poder en la guerra de Granada, y entre él y sus parientes ganaron á Loxa en 1486. Esta plaza era el espanto de los Christianos: allí había muerto el Maestre de Calatrava; y allí había sido desbaratado el Conde de Cabra. El Cardenal fue en fin quien tomó posesión de Granada en nombre de los Reyes, después de haber tenido una parte tan principal en su gloriosa conquista.
Así este hombre, que por la naturaleza de sus dignidades y empleos parecía destinado á una vida tranquila y sedentaria, impelido por las circunstancias del siglo, se mantuvo mientras vivió en una carrera continua de agitación y de trabajos, mas propia de un Estadista, ó de un Guerrero, que de un Prelado Eclesiástico. Erigió en Valladolid el Colegio Mayor de Santa Cruz á imitación del de San Bartolomé en Salamanca, y le dotó suntuosamente; porque su magnificencia y bizarría en las ocasiones de esplendor eran iguales á su elevación y á su poder. Murió en Guadalaxara el año de 1495 á los 67 de su edad. Sucedióle en el Arzobispado el ilustre Cisneros, cuya capacidad y talentos habia sabido distinguir Mendoza, y que después oscurecieron á los suyos.