Pedro Carbonero/Dedicatoria

Pedro Carbonero
de Félix Lope de Vega y Carpio
Dedicatoria
Elenco

Dedicatoria

Pedro Carbonero

Félix Lope de Vega y Carpio

 


Dirigida al florido ingenio de don Diego Félix Quijada y Riquelme
Lope de Vega
Después que vi los ochenta sonetos que v[uestra] m[erced] llama Soliadas, propiedades del Sol, efetos y fábulas aplicadas a la hermosura de Finelda, creció mi deseo de su conocimiento; y la idea que por sus cartas había fabricado, con más noble pintura, ilustró mi imaginación de los rayos de su ingenio. Escribiome Juan Antonio de Ibarra, Secretario del Excelentísimo Duque de Alcalá, cuán acepto era v[uestra] m[erced] en esa insigne ciudad de sus teólogos y filósofos, en todas las ocasiones que se ofrecían, y cómo estaba opuesto a sus cátedras, que en veintitrés años de edad es cosa maravillosa, y aunque fuera crédito para otros muchos, no aumentó al mío lo que habían solicitado los versos, donde la dulzura compite con la erudición y el cuidado con la hermosura, y aquí no entra amor con su apasionado juicio, ni aquellas palabras de Bartolomeo Escala: «Solet amor mutuus, etiam que minus firma posita sint, ut quando quem accidit, excusare et munire». Hallo en v[uestra] m[erced] un ingenio asentado, que para hablar más a lo cortesano que a lo escolástico, hay ingenios en pie, de rodillas y en éxtasis; que aquí no trato de los ridículos, de los legos, de los censurantes, de los malcontentos, de los invidiosos y de los alocados. Hay ingenios nominales, de ataracea y de remiendos, de argentería y de oropel, duros, ruidosos y brillantes; pero los filateros me consumen, verbi gratia el que me reprehendía que había dicho «Emperadora», muy vano de que él sabe que se había de decir «Emperatriz», y es disparate, porque en Castilla no hay tal voz, como se ve por ejemplo, sino que la curiosa bachillería ha latinizado con aspereza lo que tiene en su lengua con blandura. Emperatriz ha dado causa para que a la embajadora llamen embajatriz; y a la tutora de sus hijos tutriz, de donde se sigue que la cantora llamaremos cantatriz, y a la habladora hablatriz; y a este modo, sexcenta alia.

Pedro Carbonero

Félix Lope de Vega y Carpio

 


Las cuestiones de nombre, odiosas siempre, fatigan mucho a los que siempre escriben; y si algo me debe mi lengua, no quiero yo decirlo, si ella no lo dice.
Vuelvo pues a encarecer el asiento de su ingenio de v[uestra] m[erced], y la perfeción con que desde aquí le miro, lejos de tan bajas consideraciones, y remontado a la sustancia, sentencia y utilidad de las cosas, porque le alabo y estimo.
Dijo Pico Mirandulano a Hermolao Bárbaro, tratando si «eloquentia et orationis ornatus an deceat philosophum», que vivía y pensaba vivir «non in scholis grammaticorum, et paedagogiis, sed in philosophorum coronis, in conuentibus sapientum, ubi non de matre Andromacha, non de Niobes filiis, atque id genus leuibus nugis, sed de humanarum, diuinarumque rerum rationibus agitur et disputatur.
Esto me agrada mucho, si bien por otras opiniones no daña la elocuencia, la historia, la fábula y el conocimiento universal de las más esenciales letras, a lo menos desde que vi mal acepto un libro de un gran teólogo, por la falta del arte del escribir, aunque sustancia sin elocuencia, y aquello que llamaba Pedro Liñán: «los dulces engaños del entendimiento»; que la invención hizo más únicos a Homero y Virgilio, que lo que fueron célebres sus versos, pues mucha parte de los dos ha hecho filosófica y moral la sagrada veneración de sus escoliastes.

Pedro Carbonero

Félix Lope de Vega y Carpio

 


Daré, con algunas obras mías, estos versos de v[uestra] m[erced] a luz, para que hagan el efeto que la vela en la linterna, en la mitad del libro, tan gustoso y tan admirado me siento dellos, aunque para satisfación del amor con que los leo (que suele tener fuerza de fe) bastaba la aprobación de don Juan de Arguijo, caballero en todo rigor científico, y de integridad y costumbres dignas de mayor fortuna, si su filosofía cristiana, con naturaleza de armiño, no le cerrara el paso.
Cuán diferente es el presente que a v[uestra] m[erced] envío. Mirando el título de su cándido ingenio y limpia nobleza, no se ha de juzgar por el nombre de Pedro Carbonero, sino por el valor de la verdad de la historia y del que tuvo un hombre andaluz de aquellas prendas que para siempre le dedicó al bronce de la inmortalidad, y yo lo mismo ahora con el de v[uestra] m[erced], que a no ser esto así, «satis profecto fuerat», como dijo Policiano, «Uixisse unum diem, quod tam foret imperfectum animal, ac posse etiam inter insecta illa, que vocentur ephemera connumerari». Pero no pudiendo en esta ocasión ofrecer cosas más dignas, ni dar mayores alabanzas a quien también las merece, «tam deesse scias animo verba, quam rebus animus deest». Dios guarde a v[uestra] m[erced] y le deje lograr tan felices años; los que yo le deseo. De Madrid, 14 de mayo de 1620.
Capellán de v[uestra] m[erced].
Lope de Vega Carpio.