El cencerro de cristal
Paseo

de Ricardo Güiraldes


De Río a Copacabana.

Se dispara sobre impecable asfalto, se agujerea una montaña y se redispara, en herradura, costeando océano y venteándose de marisco.

El mar alinea paralelas blancas con calmos siseos. El cielo está siempre clavado al techo, por sus estrellas; los morros fabrican horizontes de montaña rusa...

Y luna calavereando.



Río de Janeiro, 1914.