Parte oficial de la batalla de Guaqui
Exmo. Señor.
De resultas del ataque intentado por una gruesa division enemiga en la noche del dia 6 del corriente á una avanzada de nuestro campo de Huaqui, que repitieron por otras dos veces, acercandose únicamente, fué preciso reforzar el punto de Yuraicoragua aproximandose sucesivamente dos divisiones del exército á dicho punto, mandadas por los xefes Viamont y Diaz Velez, en los dias 18, y 19, quedando á marchar por el siguiente la tercera division al mando del teniente coronel Bolaños.
Aunque eran urgentes los motivos de atacar al enemigo, como lo he manifestado á V. E., y lo hicieron al mismo tiempo los generales, estaban estos de acuerdo conmigo en esperar oportunidad, que reuniese las circunstancias propuestas en el plan de operaciones.
Pero los enemigos se dexaron ver bien temprano en la mañana del día 20, con direccion á la Quebrada de Yu- raicoragua, que comunica al campo de Josus de Machaca, y Rio del Desaguadero, con el de Huaqui y Laguna. Entre 7 y 8, llegó á nuestro quartel general el parte verval del coronel Viamont; con aviso de que se le atacaba con quatro numerosas columnas, de las quales una venía por las alturas del Asafranal: un instante despues, llegó otro aviso de que los enemigos venian haciendo fuego á las avanzadas nuestras. Ya se había mandado tocar generala: el general en xefe, brigadier Balcarce, se presentó en la plaza para hacer marchar la tercera division, que debía ser la del centro, y ahora apoyaba la derecha, siguiendole el cuerpo de reserva. Yo me diriji sin espera al campo, y á mi vista llegó la division de izquierda del contrario, que desplegó en batalla, desau- briendo su artillería, y destacando sus guerrillas, con la mira de interceptar la comunicacion de nuestras lineas, favoreciendose, aunque la posicion, en que me hallaba es ventajosísima, que solo la cubría una avanzada de 16 fusileros: el contrario no la atacó, sin duda porque presumió, que estubiese encubierta la fuerza en la falda posterior del Morro.
Llegó el genenal Balcarce, y dispuso la colocacion de la division tercera, que hise avanzar á ese punto con aceleracion, animandola como convenía en su marcha, á que me vine á encontrar. Ella se colocó ventajosamente con artillería á su cabeza, en el pie, y falda rdel morro, sin riesgo de que se le tomase la retaguardia. así porque apoyaba su costado derecho sobre la rivera de la Laguna como porque se la cubría el cuerpo de reserva que venía marchando, entre la Laguna y cerros de Huaqui. Quando el enemigo rompió el fuego de cañon, cuyas primeras balas pasaron por sobre mi cabeza, ya estaba formada parte de nuestra batalla y nuestros cañones contestaron con tezon. La division tercera se componía del regimiento de patricios de la Paz, y 3 compañias de fusileros de los de Cochabamba.
Sin empeñar el fuego de fusileria, tres de nuestros cañones falsearon por sus montages, sin que por eso decayese el fuego bien servido por los otros de mejor estado. Ya observabamos que los pazeños estaban temblando y sin hacer fuego, ni ver caer alguno de la linea se salían de ella siendo los primeros sus oficiales. Mas remisos y cobardes se mostraron quando se trabó el fuego de fusil: sin que bastase el esfuerzo, con que les alentaba, procurandoles sacar detras las peñas, haciendoles ver la proxima derrota del enemigo. Nuestras fatigas, persuasiones, y esfuerzos, hasta el extremo del rigor, fueron inutiles. A pretexto de que les dolía el pie, ó de que no tenian cartuchos (que yo vi tirar, y ocultar) ó de que se descompuso la llave, viendoles yo mismo sacar el tornillo pedrero á dos, se paraban. El enemigo cargó y ellos sin esperar disposicion del general, ni del xefe de la division, se pasaron al enemigo algunas de las compañías, haciendonos fuego, y las demas emprendieron una retirada en desorden, tal como fuga vergonzosa, y maliciosa, tomando los caballos de los desmontados: la reserva no los pudo contener, porque tenian brios para hacerse paso por entre las filas. Asi dexarou perder la artillería de su division, y sin poder socorrer las divisiones interiores de Viamont y Diaz Velez. Estas despues de sufrir un ataque vigoroso de 4 horas; se replegaron al campo de Machaca con alguna pérdida, de que no puedo dar razon circunstanciada por ahora: á este tiempo el general Bi- vero, que en aquella mañana atravesaba el campo con el resto de caballería, para pasar á situarse sobre San Andres de Machaca, del otro lado del Desaguadero, donde tenia gran fuerza con fusilería y 4 piezas de artillería, observando él las señales de ataque, de que le iba aviso, se dirigió al punto de la accion, y pudo favorecer la reunion de las divisiones, y hacer que los enemigos se replegasen á su campo. Ellos han experimentado una pérdida tan considerable, que por informes, y calculos verosimiles, es triple de la nuestra.
El general en xefe conmigo, se dirigió sobre la fuga de los paceños, á facilitar el paso por sobre los cerros, á reunirnos en Jesus de Machaca. Pero reconociendo que ni en el pueblo, ni en aquel campo había gentes, retrocedimos á las faldas de Huaqui, á tiempo que una partida enemiga entraba; y nos dirijimos para Tiahuanaco, De allí se retiraban los restos de la division, y pasamos hasta Laja en la noche. Supimos que era mucha la fuerza de tropa dispersa, de que eramos en parte observadores. Nos fué preciso emprender la diligencia de contenerla, y recogerlas á diversos puntos por las rutas de Potosí, Plata, y Despoblado, que hemos recorrido hasta este, de donde retrocedemos al cuartel general, con designio de reforzar el exercito, para obrar, segun pidan las circunstancias, á consecuencia de las medidas, que se han tomado, y de nuevo adelantamos.
Este reves, aunque ha debilitado la fuerza, y disminuido el armamento, ha reforzado el entusiasmo, y nos hará más segura, y cierta la ventaja, que debemos prometernos sobre unos enemigos atroces, infidentes, y alevosos, que aspiran á la servidumbre de los pueblos, ó por la incorporación de ellos á la suerte de la metropoli.
De lo que resulte daré cuenta á V. E. para su conocimiento, á fin de que no se dé mas bulto á un acaecimiento, que revela la justicia de nuestras intenciones.
Dios guarde á V. E. muchos años. Macha 20 de junio de 1811.
—Exmo. Sr. Juan José Castelli.
—Sres. de la Exma. Junta Gubernativa del Río de la Plata.
Parte
editarEn la mañana del 20 del pasado fui atacado pr. tres columnas Enemigas qe. ocupaban la derecha, isquierda, y sentro de la Sierra de Bila Bila de qe. estaban apoderados anteriormaute, de esta novedad dí a V. S. parte inmediatamente con mi Ayudte. de Campo D. Apolinario Saravia, haviendo yá dispuesto qe. él comandante de Guerrillas él Capitan D. Mig1. Araus, operase con las detalladas ál efecto; mandando ál 3r. Gefe el Sr. Dn. Eustoquio Diaz Veles, saliese con su division ál llano siguiéndolo yó con el primer Batallon de mi Regimiento, y dejando el segundo á la orden del Sargento Mayor D. Matias Balbastro, á la boca de la Quebrada pa. impedir pudiese ser flanqueada mi Batalla, pues ál regresar mi dicho Ayudte. Saravia me dijo benia pr. ella una columna como de dos mil hombres, consultando en esta operacn. él auxilio reciproco pues solo distabamos quatro ó cinco quadras.
La columna derecha Enemiga muy supor. a mi Batalla allandose en tiro sufrio los fuegos de Artilleria bien dírigidos pr el 3r Gefe y él comandte. de élla D. Felipe Pereyra Lucena qe. abanzaron intrepidamte. con los dos Obuces y algunos cañones bien sostenidos, aquellos fuegos treparon, y ganaron la quebrada contigua á la de la cituacion de mi Campamento donde se empeño la mas visarra accion que se sostuvo aumentando en quanto me fué posible la fuerza de las alturas, de que resultó un combate obstinado de mas de cinco oras. Las dos culebrinas de a dos que operaban en las Guerrillas se inutilizaron á los primeros tiros, igual desgracia tuvimos con un cañon de aquatro de Batalla, y uno de los obuces: Este suceso, la enorme desigualdad de fuerzas, el haver sido atacado inopinadamte. contra todas nuestras esperan- sas, la dificultad de trepar los Cerros cuyo camino hera de practica al enemigo, todo concurrio á no poderse sostener pr. mas Tpo la accion de que resultó la retirada del Señor Diaz Veles, él comandte. Pereyra (herido mortalmte) y Tropas de operacion en las alturas. Como la Batalla estava dominada de los fuegos de las alturas, me fué necesario retirarme. Este movimiento con la incorporacion de las tropas qe. havian operado en los Cerros causó aquella confucion necesaria en esos momentos, y aprovechandose de élla los oficiales qe comprende la relacn qe acompaño, huieron cobardemente hasta Jesus de Machaca llebandose mas de 500 hombres sin qe los estimulase a bolver á la acción él bernos muy luego en la Pampa formados en Batalla. A mas de media tarde vino el Señor Ribero con la division de Caballeria de Cochabamba, que habia estado divertida con el ruido de nuestros fuegos. Toda la mañana a su vista, los enemigos que estaban reunidos en la boca de la Quebrada mucho Tiempo antes ganaron el Cerro ál que tambien suvió el Señor Ribero pero la noche impidio toda operacion. Cerrada esta, nos retiramos á Jesus de Machaca, savida ya la suerte desgraciada de Guaqui, y en élla, y los siguientes dias se dispersaron las Tropas y oficiales en los tros qe V. S há presenciado, apoderandosé de los hombres un terror extraordinario cuyo origen aun no hé podido comprender. La pérdida en la accion la jusgue de 50 hombres. Entre los muertos son de la mayor concideracn la del comandante de Artilleria y el capitan de Usares de la Paz.
Dn Bernardo Velez. Entre los heridos lo son levemente él teniente de Artillería Dn Fran°° Villanueba, el Subteniente agregado á mi Regimiento Dn. José Maria de la Corte, y el Sargento de Artillería graduado de Subteniente Dn Juan Luna y contuso él Capitan de Granaderos de Chuquisaca Dn Joaquin Lemoyne. El 21 me puse en marcha retrogada hasta Calamarca, donde llegue la Madrugada del 24 pr no haverme sido posible mantenerme en Biacha, como pensé pr. no haverme sido posible hacer reunion alguna. Como htá esta fecha aun no havia savido él destino de V. S. ni del Exmo Señor Representante determiné dár parte el superior Govno de lo susedido, y lo hise con extraordinario que condujo él capitan de mi Regimiento Dn Pedro Pablo Gorostigua, encargado de orientar del todo pues practicamente lo havia nresenciado.
En él mismo dia supe que la ciudad de la Páz, en insurreccion, los Indios havian muerto, al Colegua Marquez de Sn. Felipe, y aun Europeo, y apricionado á los demás de esta nacion; para evitar estos males de acuerdo con el Señor Presidente de la Junta Pro vl. Dn. Domingo Tristan, y él colega Dr. Astete, que estaba en aquel punto, determiné pasar con la poca gente qp. tenia á la dicha Ciudad, y lo verifique él 25, resultando de esta afortunada determínación él bien de tranquilidad qe. luego se estableció; siendo muy reparable la conductii de los Colegas, Landaveri y Baldes, qe. havian profugado lo mismo qe. la mayor parte del cuerpo Municipal dejando asefalo el Govno. y sugeta aquella Poblacion á los terrores de) desempeño de la Popularidad ya en fermentacion. En ella me mantuve hasta él 29 en que saviendo la aproximacion de los Enemigos, y intimacion á la Ciudad, determiné salir con las Tropas que tenia, pues sin energía alguna aquella multitud de havitantes solo trataban de abandonar la ciudad cuya concerbacion no tenia fuerzas con qe. mantener.
Los dias siguientes hasta el 4. del corrte. en qe. me incorporé á V. S. en el punto de Oruro no hubo novedad alguna cuyo conocimiento hé dado á V. S. de palabra en dho. punto.—
Como nunca hay un motibo mas real pa. graduar la importancia de los hombres qe. en los momentos de adversidad, así es que no puedo dejar de recomendar á V. S. la constancia, sufrimiento, y distinguida conducta de la oficialidad de Pardos y Morenos lo mismo qe. la muy brillante del Capitan de mi Regimiento Dn. Miguel Araus pa. qe. tenga á bien elebarla al Superior Govno.
—Dios gue. á V S. ms. as. Quartel Gral. de la Plata 18 de Julio de 1811
—Juan José Viamonte.
—Señor Gral en Xefe Dn. Ant°. Gonz. Balcarce.
—Es copia. Balcarce.